El Día internacional del libro comenzó a recordarse los días 23 de abril de cada año, hacen dos décadas, es decir en 1996. Previamente, desde 1908, varios países, incluido el nuestro, ya celebraban esta invención el 15 de junio de cada año. Por eso, los argentinos recordemos más el 23 de abril como el Día del idioma, en conmemoración de la muerte de Cervantes, Shakespeare y del Inca Garcilaso de la Vega, acontecida en conjunto en 1616, aunque no se tenga en el último caso (el de Garcilaso) la total exactitud por una cuestión de calendarios (el juliano y el gregoriano) que complican esa unificación conmemorativa.

Fusionados así, el autor del Quijote; el inglés, y el "emblemático representante del mestizaje hispanoamericano", ponen de relieve las lenguas más habladas en países del orbe inglés y español, esto sin contar el chino que con todos sus dialectos los supera pero en un solo país. 

Es indudable que las actuales tecnologías han avanzado por sobre la lectura y el lenguaje hablado y escrito de una manera tal vez impensada. La fugacidad de las cosas tiende a acortar, apocopar, inventar abreviaturas, darle importancia mayor a las siglas que a los términos lingüísticos y como a través de la música se difunden con una mayor celeridad, lo visual hoy en día pasa por la fijación de los símbolos y sus significados (esos graciosos bichitos llamados emoticones) que expresan estados de ánimo y evitan la palabra. 

Por otro lado, hay una corriente que extrañamente tiene casi un excesivo eco en San Juan, a escribir "complicado" haciendo uso y abuso de giros intensamente metafóricos y con un placer puesto más en la forma del poema o del texto en general que en el sentir o en la experimentación a través de la belleza.

Contrariamente a lo que se podría suponer, el resto del país cultiva una forma de expresión más tradicional, menos rebuscada, y esto lo palpamos en los diversos encuentros y convocatorias nacionales y aún en Colombia o Paraguay con quienes compartimos parecidos rumbos literarios. Ahí es cuando sentimos, como alguna vez escribió el francés Albert Camus, que: "Los que escriben con claridad tienen lectores, los que lo hacen oscuramente, comentaristas". 

El amor inconmensurable por esta tierra sanjuanina, nos permite desarrollar lo que más nos gusta, a partir del magnífico don de la palabra que nos ha sido legado para modelarla de la forma que mejor sabemos: por escrito. Esto queda demostrado por numerosos nombres que prestigian y privilegian el buen decir.
Sin dudas la defensa del idioma, es casi como el de las buenas costumbres y pasa por el respeto admitiendo evoluciones y hasta revoluciones, pero jamás la involución o reducción a la nada, porque sería volver a las cavernas de donde nos sacó precisamente y entre otras cosas, la invención de la escritura.

(*) Coordinadora de SADE San Juan. Miembro titular al Consejo Federal de Escritores.