La tecnología ha traído nuevas realidades para los procesos de producción.

 

Un pequeño virus casi invisible (incluso a varios microscopios) que tiene menos de 200 nanómetros y es llamado "Orthocorona virinae” (comúnmente conocido como coronavirus), ha conmocionado a toda la humanidad obligándonos, en cierto modo, a "parar el mundo” y a descubrir nuevas formas de relación entre los hombres, modificando dramáticamente nuestra forma de vida. A pesar del desastre, lo sabemos: "la única verdad es la realidad”. ¿Pero cuál es la realidad? 

El significado del concepto de "lo real” es uno de los grandes desafíos de la ciencia y la filosofía debido a que de él depende, en gran medida, nuestra concepción del mundo. 

A propósito del aislamiento en el que estamos, en el mito de Platón, el filósofo griego describía la escena de unos hombres encadenados desde su nacimiento en el interior de una caverna, quienes sólo podían ver lo que sucedía afuera por las sombras que proyectaba hacia el interior de la cueva las llamas de una hoguera.

Esta alegoría que usaba para explicar el modo en el que él concebía la relación entre lo físico y el mundo de las ideas, puede ser aplicado (casi proféticamente) a lo que nos sucede hoy. Pero el problema que nos actualiza el debate es: ¿Qué y cuál es esa realidad que estamos viendo?

La tecnología nos ha traído "nuevas realidades” bajo distintas denominaciones que la pandemia ha obligado a profundizar. 

Una de ellas es la realidad virtual. Recuerdo que, ya grande, en un parque de Los Ángeles (EEUU) me habían impactado tanto las sensaciones de "manejar” el auto de la famosa película "Volver al futuro”, que hice tres veces la larga cola para repetir la experiencia.

A la mejora sustancial de aquella realidad virtual, se suma ahora la realidad aumentada que permite agregar a la visión de un lugar físico, otras imágenes integradas como si fueran reales. 

La diferencia con la realidad virtual, que ubica a la persona en un espacio físico preparado para dejarla totalmente dentro de un mundo virtual y ficticio, es que en la realidad aumentada, se "amplifica” el espacio físico real que nos rodea con otras imágenes y aplicaciones virtuales. En varios museos es posible agregar a las obras de arte, detalles o información que sólo son visibles si la obra es observada a través de un celular o una tableta.

Qué podemos esperar de la difusión de anteojos de realidad mixta que permiten agregar a lo que miramos imágenes complementarias, permitiéndonos realizar un gran número de nuevas actividades.

Finalmente se están diseñando aplicaciones bajo la denominación de "realidad uno a uno” o "realidad espejo”. El mundo espejo aún no está disponible, pero es posible que en pocos años exista. Allí, cada lugar y cada cosa del mundo real (calle, cartel, semáforo, puente edificio, habitación, etc.) tendrá un gemelo digital a tamaño natural. 

Sé que estos temas requieren una perspectiva ética, pero es necesario, a la vez, ser conscientes de la magnitud del cambio tecnológico y preguntarnos: ¿Cómo van impactar estas nuevas realidades en la educación, la economía o la política después del aislamiento? ¿Cómo me preparo para que semejantes cambios en la estructura del mundo que me rodea, acelerada enormemente por la pandemia, no me sorprendan cuando sea demasiado tarde?

 

Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de Innovación y Calidad en Educación del Espacio Excelencia y de una Maestría en Nuevas Tecnologías de la UCCuyo.