El avance del narcotráfico en la Argentina quedó ratificado en el último informe anual de las Naciones Unidas sobre drogas, que ubicó a nuestro país como el tercer puerto proveedor mundial de cocaína, detrás de Brasil y Colombia. Es la primera vez que la oficina contra las drogas y el crimen de la ONU establece en su estudio el origen de los cargamentos decomisados en el mundo.
En la página 140 del documento se señala que la Argentina está entre los tres lugares más mencionados como puntos de partida de la droga, luego de ser consultados los países miembros sobre los embarques secuestrados en sus territorios. Para elaborar ese ranking se tomó en cuenta la captura de drogas entre 2001 y 2012. En esas evaluaciones, realizadas por las autoridades de cada Estado, se hizo referencia en repetidas oportunidades a la Argentina como lugar de despacho de los cargamentos de cocaína.
El análisis de las incautaciones durante 2011 muestra también una alerta de la ONU sobre la falta de información oficial por parte de la Argentina respecto de los secuestros de drogas. El trabajo informa claramente que debió nutrirse de información parcial en el caso argentino, único país que fue señalado por esa falta de datos. Así, se aclaró que la cifra de 4,4 toneladas de cocaína incautada aquí durante 2011 corresponde a decomisos en los que no participaron fuerzas de seguridad federales, ya que el Gobierno no informó al organismo sobre operativos de la Gendarmería, la Prefectura o la Policía Federal.
Más allá de la presencia de la Argentina entre los tres países más mencionados como origen de la cocaína en circulación, en el tráfico de marihuana aparece Marruecos en primer lugar, Afganistán figura como proveedor central de heroína y Holanda es expuesta como el país de origen de los mayores cargamentos de drogas sintéticas. Ante falta de acción y exceso de complicidades, el narcotráfico se va convirtiendo cada vez más en parte de nuestra realidad.
Es bien sabido que la industria de la droga trae consigo, como una de sus condiciones imprescindibles para prosperar, la corrupción de las principales fuerzas policiales y de seguridad, de la Justicia, el periodismo y los gobiernos nacionales, provinciales y municipales. Tengamos bien presente cuántas décadas y cuántos miles de muertos le ha costado a Colombia empezar a revertir el reinado del narcotráfico. Tengamos presente el drama que, por las mismas razones y con similares tendales de muertos, sufre México.