Mientras el mundo no sabe qué hacer con los muertos por la maldita peste, muchas familias sanjuaninas celebraban el viernes en la noche que después de dos meses y pico iban a poder verse las caras sin miedo y sin esconderse de la Policía, como (lamentablemente) muchos lo habían estado haciendo semanas atrás. "Ahora es legal", bromeó un amigo a quien prefiero no mencionar. Mientras Córdoba y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dan marcha atrás con los permisos a comercios y otros rubros, más del 90 por ciento de la economía local (con restricciones y controles) está en marcha. Mientras Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof, Alberto Fernández y Cristina Fernández exhiben sus no oportunas diferencias, el oficialismo y la oposición de San Juan trabajan para hacer, justamente, el mejor trabajo posible ya que los roles y las relaciones entre los dirigentes sanjuaninos de todos los bandos, están en calma y funcionando. Mientras muchas provincias están demorando el pago de sueldos y proveedores, acá los estatales están cobrando a tiempo y lo único que han tenido que relegar, por ahora, es el incremento de sueldos que se pactó en febrero, cuando el mundo era distinto. Es decir, estamos en el reducido grupo de provincias que mejor han manejado la crisis, pero salimos a pedirle la renuncia a la ministra de Salud. De locos.


Por supuesto, San Juan no es Disneylandia: muchos comercios han cerrado, algunas fábricas no volverán y las tasas de desempleo e inactividad van a crecer. San Juan debió tomar crédito para controlar el déficit fiscal, algo que no ocurría hace mucho tiempo. Y, además, alguien metió la pata con el famoso vuelo sanitario. Sí, alguien se equivocó. Y alguien deberá pagar por ello. La Justicia, por ahora, está sobre la médica que se contagió y dos personas más, pero nadie sabe dónde puede terminar esa investigación. De las filtraciones entre la infectóloga y la médica hermana del transportista, lo único que se desprende es que intentaron agilizar los trámites para el vuelo y que quisieron evitar que el hombre fuera a aislamiento del hospital Guillermo Rawson. Es más, Matías Espejo, subsecretario de Medicina Preventiva, dijo que el procedimiento fue el correcto. Es decir, el paciente contaba con los requisitos para viajar, y lo que habrían hecho el coordinador y la infectóloga, es apurar el trámite. Algo que no se puede hacer y donde entran a tejer las relaciones públicas, tan rechazadas en estos tiempos de guerra violenta. Tan rechazadas cuando involucran a otros, seamos honestos. Porque de todos los que se quejan, ¿hay alguno que no usó sus influencias alguna vez? Los cargos que ostentan, ¿los ganaron por concurso? Los médicos que se enojaron ¿hubieran rechazado usar sus contactos para apurar el vuelo de su hermano moribundo, sin dinero ni lugar donde quedarse? 


Los médicos se molestaron argumentando que no se puede separar a dos profesionales mientras ocurre esta "guerra" contra la pandemia. Con esa misma lógica, ¿es prudente echar a la ministra de Salud en medio de la pandemia? Y si la separaran o si renunciara, ¿alguno se haría cargo en este momento? Es casi gracioso que monopolicen el uso de la lógica. 


Pero es evidente que alguien, además de la hermana del transportista, no hizo su trabajo, porque si ese trabajo se hubiera hecho, la hermana del transportista no hubiera podido acceder a un sitio al que no tenía acceso. Quizás no eran los jefes de servicio las personas a las que había que señalar, quizás eran otros, o quizás eran esas y otras, no lo sé. Pero alguien se equivocó (otra vez) y hay que investigar. Además, ese no fue el mayor problema. El mayor problema fue la irresponsabilidad de la médica, quien no solamente usó sus influencias para apurar el traslado de su hermano desde Buenos Aires, sino que anduvo por donde se le ocurrió sin tener en cuenta que pudo haber contagiado a cientos de personas. No hay que perder el foco al buscar culpables.


El Gobierno dudó y fue peor aún: no debieron separar a los jefes de servicio. Y menos reincorporarlos. No se puede investigar a alguien que sigue trabajando, porque esa persona puede alterar la investigación. Fue imprudente que separaran a los jefes de servicio, pero también fue imprudente (aunque legal) que un juez ordenara una detención de dos profesionales en la noche. Los jueces tienen que medir también el impacto de sus decisiones en la sociedad. Si sólo deben aplicar la ley como está escrita, entonces armemos un software con el Código Penal y con el Código de Procedimiento sanjuanino, que sea de aplicación inmediata y nos ahorramos mucha plata y millones de discusiones. El sistema no puede funcionar así. La actitud del juez (no la decisión) molestó más a los médicos y provocó la marcha atrás del Gobierno provincial, lo que en sí es un acto de raciocinio, a pesar de que no me parece que contribuya a encontrar la verdad. Irracional hubiera sido mantener la discusión con los médicos y agrandar ese corporativismo negativo del que muchos se sienten orgullosos, todo en medio de la pandemia.


Si miramos este tema alejados un poco de las pasiones, nos vamos a dar cuenta que estamos exagerando y que deberíamos estar orgullosos de haber llegado adonde estamos. Los primeros análisis al entorno de la médica dieron negativo. Hay que esperar, pero es muy factible que la provincia siga manteniendo el estatus sanitario que tiene, que es de los mejores del país. No podemos pedirle la renuncia a quien nos está conduciendo, y no podemos socavar la autoridad de las personas que nos están llevando a buen puerto. No hay que perder el objetivo de vista, que es cuidarnos entre todos. Echar a Venerando no nos aleja de la enfermedad, nos acerca. Ojalá la racionalidad le gane al corporativismo negativo de gente que históricamente gozó de los beneficios de esa mala acción.