En este año en el Fiesta Nacional del Sol el tema central tuvo como objetivo revivir el ‘Bicentenario de la Independencia Nacional”. En el presente año celebramos 200 años de declaración de nuestra Independencia. La provincia de San Juan envió dos representante a la Provincia de Tucumán, quienes tuvieron un papel más que significativo con su destacada participación. Me refiero al Dr. Francisco Narciso Laprida y a Fray Justo Santa María de Oro, quienes fueron recordados muy especialmente por sus familiares a lo largo del tiempo.
Un poema para Francisco fue escrito por el escritor Jorge Luis Borges, Laprida al que llamaban ‘el doctorcito” en forma un tanto despectiva sus enemigos, fue asesinado el día 22 de septiembre de 1829 por las montoneras de Félix Aldao. Este hecho lamentable inspiró a Jorge Luis Borges para escribir acerca de su antepasado distante, el Dr. Francisco N. Laprida. El poema conjetural escrito en 1943 rememora la vida y muerte de su pariente: ‘Zumban las balas en la tarde última/ Hay viento y hay cenizas en el viento/ se dispersan el día y la batalla/ deforme, y la victoria es de los otros/ Vencen los bárbaros, los gauchos vencen/ Yo, que estudié las leyes y los cánones/ Yo, Francisco Narciso Laprida/ cuya voz declaró la Independencia/ de estas crueles provincias, derrotado/ de sangre y de sudor manchado el rostro/ sin esperanza ni temor, perdido/ huyo hacia el sur por arrabales últimos (…) Pisan mis pies las sombras de las lanzas que me buscan, las befas de mi muerte/ los jinetes, las crines, los caballos,/ se ciernen sobre mi, ya el primer golpe/ ya el duro hierro que me raja el pecho/ el íntimo cuchillo en la garganta!”
Se cree que Laprida habría sido capturado por los hombres de José Félix Aldao y fue degollado, expuesto y mutilado junto a otros cuerpos, por lo que sus restos nunca pudieron ser identificados. Se supone que sus restos estarían en algún lugar del actual barrio ‘Batalla del Pilar” de la Provincia de Mendoza. Además existe un relato que sostiene que junto a Laprida se encontraba el joven Domingo F. Sarmiento, quien escribió: ‘cuando vimos venir la derrota y brillar los sables en el aire, un sujeto que estaba conmigo me dijo: -Y bien Sarmientito ¿por dónde nos escapamos? Y me indicó al mismo tiempo, por aquí, yo entonces dije: -Por ahí va señor la persecución, por ahí no podemos salir, tomemos esta dirección hacia la ciudad de Mendoza. En la marcha nos separamos, y a él lo mataron a media cuadra de distancia”.
El mismo joven Sarmiento años más tarde en su libro ‘Recuerdos de Provincia” (1850) recordaría en un capítulo de su obra a su pariente: Fray Justo Santa María Oro.
‘El niño Justo fue llamado así para perpetuar el nombre de fray Justo Albarracín, su tío, que era, cuando el nació, la lumbrera del Convento de Santo Domingo y el timbre de la familia; y en aquellos tiempos en que las familias aristocráticas estaba debidamente representadas en los claustros, el primogénito de la familia Oro fue destinado a seguir bajo el hábito dominico la no interrumpida cadena de frailes sabios de la familia. Mostróse desde luego digno sucesor de sus antepasados, y en prosecución de sus estudios, fue enviado a Santiago, capital entonces de las provincia de Cuyo, donde distinguiéndose por su capacidad, desempeñaba cátedras de teología a la edad de 20 años; recibió las ordenes sagradas a los 21 años por dispensa de Pío VI, y pasó a la Recoleta Dominica luego en prosecución de la perfección monástica (…). Nombrado diputado al congreso de Tucumán por la provincia de San Juan, con el ilustre Laprida, que fue electo presidente, tuvo la gloria de poner su firma en el Acta de la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas, tomando parte en todos los audaces trabajos de aquel congreso; siendo suya la moción que adoptó el congreso de aclamar por patrona de la América y protectora de la independencia a Santa Rosa de Lima”.
Honrar la memoria de dos sanjuaninos, que tuvieron un rol protagónico en el Congreso de Tucumán nos permite recordar que el Dr. Francisco N. Laprida ocupó la presidencia el 1 de julio de 1816 y con el mismo carácter presidió la asamblea el 9 de julio, cuando proclamó nuestra Independencia. Como así también destacar al dominico Fray Justo Santa María de Oro, teólogo, canonista, y jurisconsulto, a quien también se reconoce su accionar y fructífera labor.
A Laprida le escribió su pariente un poema, a Fray Justo su familiar le dedico un capitulo en uno de sus libros, ambos coincidentemente recordados por escritores más que destacados: Jorge Luis Borges, y Domingo Faustino Sarmiento: los parientes de los congresales por San Juan ante el Congreso de Tucumán.