Otra forma de la praxis política es la formación de escuelas paralelas que dependen de algunas intendencias suburbanas y funcionan en locales vecinales y casas de familias, con un objetivo electoral, mediante cursos dictados a niños de escasos recursos por personas sin título docente ni preparación pedagógica alguna.

Si bien los sentimientos hacia la niñez son irreprochables, no lo son las intenciones de quienes han creado estos puestos de trabajo canalizados a través del asistencialismo, porque no existen beneficios nada más que para los candidatos y sí perjuicios para el niño cuando deba enfrentarse con la enseñanza sistemática e institucionalizada. Esta forma intangible de captar votos no ya con un bolsón de mercaderías ni tarjeta social sino con la aparente apertura mental de los "educandos'' puede tomar la peligrosa ruta del adoctrinamiento y no de la educación libre, gratuita y estatal que promovió Sarmiento. Los pobres no deben ser el blanco de gente inexperta pues las autoridades pueden promover también este tipo de ayuda, sólo que demandará un costo diferente, con recursos más transparentes y genuinos.

No se discute aquí los resultados, pues en general las expectativas educativas y culturales de ciertos sectores parecieran ser menor desde la óptica miope de los políticos subordinados a la ambición del poder. Quizás la labor emprendida por este grupo de personas ha sido eficaz pero lo relevante sin duda es que quien desarrolle una tarea lo haga desde la más absoluta pertinencia y que se respete al docente titulado porque el Estado los formó y gastó en ellos como así también los contribuyentes paguen para que cada niño desde cada lugar reciba la educación que merece sin necesidad de estructuras partidarias.