Es deber de todos generar los ámbitos apropiados para que los adolescentes se desarrollen y crezcan de la mejor manera posible y sin los peligros a los que se exponen cada vez que quedan sin la contención que les dan sus padres o aquellas instituciones, como las escuelas, encargadas de orientarlos por el camino del bien.

Actualmente, uno de los problemas más serios que los padres afrontan en estos tiempos está vinculado a los lugares que sus hijos adolescentes frecuentan. Ya sea que se trate de sitios para la práctica de deportes u otros tipos de actividades, entre las que no se descartan las reuniones sociales o bailables, es conveniente que los chicos de entre los 12 y 17 años concurran a sitios seguros, o que no estén vinculados con adicciones u otros hábitos considerados perjudiciales para su crecimiento y desarrollo.

Para las actividades deportivas, lo conveniente es que los chicos asistan a un club de barrio o alguna institución reconocida, donde además de recibir una instrucción apropiada referida a cada disciplina, se les inculquen valores vinculados a la competencia y a su desarrollo físico. Los padres deben evitar que los hijos, con la excusa de realizar alguna actividad deportiva, deambulen por las calles y formen parte de grupos antagónicos que muchas veces terminan agrediéndose y dañándose mutuamente.

Para otras actividades lúdicas, como las competencias con videojuegos u otros entretenimientos que obligan a los adolescentes a reunirse en grupos, es conveniente que lo hagan en casas de familia, con la presencia de adultos, para desalentar cualquier posible desviación.

Respecto de las reuniones sociales o bailables, los problemas originados por la presencia de menores en fiestas nocturnas, hace necesario que se restablezca una costumbre de la década del '90. En esa época se creó lo que se conoce como matinée, que en países como Argentina, Venezuela y Uruguay posibilitaba a los adolescentes asistir a una discoteca entre las 20 y 23.30, permitiendo que los padres llevaran y trajeran a sus hijos de esos sitios. La audacia de algunos propietarios de los boliches de permitir que los adolescentes entraran a los locales en horario nocturno, hizo que las matinée fueran perdiendo su objetivo y llegaran casi a su extinción.

La delicada situación por la que atraviesa nuestra sociedad, en lo que se refiere a la falta de valores, malos hábitos de comportamientos, adicciones en general e inseguridad, determinan la necesidad de implementar todas las precauciones posibles y en ese marco aparecen los clubes o las escuelas como centros de desarrollo social que ofrecen ciertas garantías de que los adolescentes estarán en un ámbito protegido.

En el caso de los establecimientos educativos, que en su gran mayoría han sido dotados de los denominados SUM (Salón de Usos Múltiples), o disponen de patios o playones polideportivos, se deberían poner a disposición estos sitios para que los respectivos alumnos dispongan de un lugar donde reunirse y desarrollar variadas actividades, en un marco que ofrece contención y a la vez respeto.

Hay interesantes experiencias en distintos lugares del país, donde hay escuelas que han posibilitado la celebración de cumpleaños y otras actividades a sus alumnos.

Hacer que las escuelas tengan un rol contenedor de los propios alumnos adolescentes, no debería implicar una sobrecarga para el personal docente. Por el contrario los directivos deberían reunirse con las autoridades municipales o de Desarrollo Humano para coordinar tareas a cumplir en ese sentido.