Los afiches aparecidos en la vía pública -particularmente en la Capital Federal-, mostrando fotos con nombres y apellidos de doce reconocidos periodistas es una clara expresión intimidatoria. También el escrache a Eduardo Duhalde en Rosario donde debía participar en un seminario y las amenazas a la senadora oficialista Adriana Bortolozzi luego de haber dado el quórum para tratar la coparticipación del impuesto al cheque. Se suman el anuncio realizado por la polémica Hebe de Bonafini respecto a la organización de una marcha al Congreso Nacional. para forzar la renuncia del vicepresidente Julio Cobos; la irrupción de violentos militantes del Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba y de estudiantes de la Universidad de Buenos Aires, que imposibilitaron a la médica disidente cubana Hilda Molina que pudiera concluir la presentación de su obra "Mi verdad" en la Feria del Libro de Buenos Aires. Estos son algunos de los hechos que resquebrajan la paz y tensan el clima social.

Son muchos los ciudadanos que experimentan una cierta desazón por la realidad política argentina frente a una oposición política que, porque es demasiado egoísta vive dividida, sin ideas y sin el poder de crear la unidad en la diversidad. Pero también, la desconfianza se da frente a un oficialismo y sus seguidores, que no admiten disensos, pluralidad o contradicción al pensamiento hegemónico.

El interrogante que surge, es si se puede tener o cultivar la esperanza en este contexto. La esperanza llega a su verdadera medida cuando su objeto, el bien futuro posible, se manifiesta como arduo, es decir, como grande y difícil a la vez. Esto hace que ella no se confunda con la mera ilusión o con un ingenuo optimismo transformado en presunción y, menos aún, con el discurso resignado y paralizante del consabido "esto no va más", o "no hay salida".

La esperanza abre la posibilidad de percibir el "sí" más fuertemente que el "no". Conoce la presencia del "no" del mal, pero en ella resuena con más fuerza el "sí". A Irena Sendler, conocida como "el ángel del gueto de Varsovia", por haber salvado del Holocausto a 2500 niños judíos, le molestaba que la consideraran una heroína. Para ella, ser persona equivalía a comprometerse para salvar y no confrontar para separar. Sin desconocer el "no" y su poder deshumanizante, dejemos resonar en nosotros el "sí" de nuestras posibilidades para esperar el advenimiento de un bien común argentino más pleno y más civilizado.