Las tradicionales luces de Navidad en Barcelona.


Será diferente, porque el año fue único, ya que desde los tiempos de la segunda república en España (1931-1939), Cataluña no había vivido una experiencia política como la de este 2017. Grupos independentistas profundizaron desde la presidencia del gobierno en Barcelona, la idea del separatismo en busca de la proclamación del estado catalán, como lo había hecho el político y abogado español Lluis Companys en 1934, capturado y fusilado por orden de Francisco Franco en 1940, tras el final de la guerra civil. Casi 80 años después, y en una reacción algo similar, no hubo sangre, afortunadamente, porque existe una democracia fuerte que hizo valer la Constitución de 1978, vigente y aprobada también por los catalanes, que lograron entonces, como el resto de España, una autonomía nunca antes vista. El destino del ex presidente Carles Puigdemont y parte de su cesado gobierno, actualmente en Bélgica para evitar responder a la justicia española, es desconocido, aun frente a la convocatoria a elecciones para el 21 de diciembre por parte del gobierno español. Así, mientras se vive un clima electoral intenso pero pacífico, la Navidad ya explotó en la decoración de comercios y sobre todo de las ciudades y pueblos catalanes, como es el caso de la gran capital, Barcelona. Sus calles, edificios, casas particulares, lugares históricos y típicos muestran estampas navideñas tradicionales que impactan sobre la propaganda electoral. Son más de 100 kms de luces, encendidas de 18 a 1 de la madrugada, hasta el día de Reyes. Si bien se celebra la cena de Nochebuena en Cataluña, una de las características muy locales es el festejo de Sant Esteve (San Esteban) el 26 de diciembre, feriado en Cataluña. Es tradición que en este día se coma con la otra mitad de la familia que no se ha reunido en la Nochebuena. En esa mesa son infaltables los canelones cuyo relleno se hace con los restos de la comida del 25 de diciembre. Un elemento navideño muy característico y popular, que viene de la mitología catalana y aragonesa, es el "tronco de Navidad+ o "tió de Nadal", considerado por muchos una versión local del árbol de Navidad. Se trata de un tronco, leño o rama gruesa al que desde Adviento hay que dejarle obsequios cada noche y taparlo con una manta para que no pase frío. Al llegar la Nochebuena, los niños de la casa lo golpean con bastones mientras cantan para que tire regalos y dulces que se encuentran debajo de la manta. Pero en la cultura catalana de estas fiestas, la gastronomía es fundamental. Los platos tradicionales se sirven durante varios días desde el 24 a la noche, y uno de los típicos es la "escudella i carn d'olla", una pasta parecida a las caracolas, acompañada de "pilota", como se denomina a la albóndiga de carne picada. Naturalmente a la hora de los postres, se sirve lo mejor en dulces como turrones, polvorones, mazapán y neulas (postre original de la Edad Media), así como frutos secos.


Y si para el 24 de diciembre ya se tendrá claro quien ganó el 21 y cómo pinta el presente y futuro político de Cataluña, lo más importante es que en esta Navidad y Año Nuevo los catalanes van a celebrar "por todo lo alto", como el resto de España.


Es que, cualquier visitante de Barcelona puede comprobar que los catalanes son tan defensores de los vínculos familiares como los demás españoles, y éstas clásicas fiestas aumentarán la serenidad de los hogares y seguramente proclamarán la esperanza de una Cataluña en paz con todos. ¡BON NADAL!