Si uno habla con presidentes y altos funcionarios latinoamericanos -como lo hice en días recientes- es difícil no concluir que la reciente declaración del presidente Trump de que no descarta una intervención militar estadounidense en Venezuela fue una estupidez monumental.


El comentario de Trump ha sido un regalo propagandístico para el gobernante venezolano Nicolás Maduro: le ha permitido cambiar el eje de la conversación en América Latina de la ruptura del orden democrático en Venezuela hacia la posibilidad de una intervención militar estadounidense en su país.


Viendo la televisión en Perú y Argentina en días recientes, me sorprendió ver el impacto del anuncio de Trump del 11 de agosto de que "no descarto una opción militar" en Venezuela. Los medios de comunicación, que hasta hace poco sólo hablaban de la ruptura del orden constitucional en ese país, ahora están hablando de la historia de las intervenciones estadounidenses en América Latina.


Y Maduro está aprovechando esto al máximo: ahora hace sus discursos públicos frente a una enorme pancarta que dice: "¡Fuera Trump de América Latina!".


Días antes de que Trump hiciera su declaración, el propio asesor de Seguridad Nacional de EEUU, el general HR McMaster, había dicho en una entrevista con MSNBC que no ve probable una intervención militar estadounidense en Venezuela. La "opción militar" de Trump ha sido rechazada por la alianza opositora MUD de Venezuela y por México, Brasil, Argentina y prácticamente todos los países de la región.


Incluso el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, uno de los críticos más duros de Maduro, dice que hablar de una potencial invasión estadounidense no es realista, y es arriesgado. "Creo que hay que descartar la opción militar", dijo. "Primero, porque no va a funcionar. Segundo, porque es algo que va a fortalecer al presidente Maduro y al círculo que lo acompaña". "Además, es muy riesgoso", ya que a diferencia de Granada o Panamá, donde EEUU ha intervenido en el pasado, Venezuela es un país mucho más grande, con fuerzas armadas mucho más grandes.


De hecho, los comentarios de Trump ya han hecho un daño mucho mayor que desviar la atención de la ruptura del orden democrático en Venezuela.


También han fracturado el frente diplomático de América Latina, que estaba poniendo presión creciente sobre Maduro para restaurar la democracia.


Dudo seriamente que EEUU, que enfrenta desafíos militares mucho mayores en Corea del Norte e Irán, se abra un frente militar en Sudamérica con una guerra que consumiría buena parte de las energías de sus fuerzas armadas. No es probable que eso ocurra, y la última bravuconada de Trump no hará más que darle oxígeno a la dictadura de Maduro.