Esa fue mi primera conclusión tras leer un informe de la financiera Merrill Lynch según el cual ya estamos viendo "’un renacimiento económico”, y otro de la Oficina de Marcas y Patentes que muestra la enorme brecha tecnológica que sigue existiendo entre este país y sus rivales más próximos. No hay duda de que, políticamente, la imagen a nivel internacional no logra levantarse. Justo cuando la deserción del excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional, Edward Snowden, empezaba a desaparecer de las primeras planas, una nueva filtración de Snowden sobre el espionaje electrónico de Estados Unidos en Europa y Latinoamérica ha enfurecido tanto a los enemigos como a los amigos.

Hasta los aliados de Washington, como México, Colombia y Chile, están exigiendo explicaciones -y disculpas- al presidente Obama. Es el mayor fiasco diplomático desde que WikiLeaks dio a conocer en 2010 miles de cables del Departamento de Estado, incluyendo algunos en los que altos funcionarios cuestionaban la salud mental de la presidenta argentina, y catalogaban al entonces primer ministro italiano de "’vanidoso e ineficaz”. En cuanto a política interna, a Washington no le va mucho mejor. La parálisis legislativa es grave -el Congreso sancionó apenas 15 leyes en los primeros seis meses de este año, el peor período de la historia.

Pero en el ámbito económico y tecnológico, la historia es muy diferente. El índice Dow Jones de la bolsa alcanzo su nivel más alto de todos los tiempos la semana pasada, y el gobierno lograba un superávit presupuestario de U$S116.000 millones en junio, el mayor en cinco años. Más importante aún, hay varias tendencias a largo plazo que pintan muy bien para EEUU. Un informe de Merrill Lynch señala que el "’renacimiento” económico se debe a tres factores: una creciente independencia energética, un sector manufacturero cada vez más competitivo, y un cada vez mayor liderazgo tecnológico. Tras depender de las importaciones de petróleo durante casi 70 años, EEUU está en camino de ser energéticamente independiente gracias a la extracción de gas natural por medio del método de fractura hidráulica, o "’fracking”. Esta revolución energética llegará a todos los rincones de la economía a medida que las industrias se beneficien de los precios más bajos de la energía.

Otro reporte, de la Oficina de Patentes y Marcas, muestra que las empresas e inventores de EEUU registraron 134.200 patentes en 2012, contra las 121.300 registradas el año anterior. El número se considera un estándar clave de innovación, porque la mayoría de los países quieren registrar sus patentes en el mercado más grande del mundo. Estados Unidos fue seguido muy lejos por Japón, que registró 52.800 patentes, Alemania con 15.000, Corea del Sur 14.200, China 6000 patentes, India 1700 y Rusia 340. Entre los países latinoamericanos, Brasil registró 256 patentes, México 153, Argentina 67, Chile 38, Venezuela 26 y Colombia 16.

Estas cifras son un buen indicador del desarrollo económico, porque el mundo apunta a una economía del conocimiento, en la que los países que producen productos y servicios de alta tecnología tienen ingresos mucho mayores que aquellos que solo venden materias primas.

Mi opinión: cuando viajo a otros países y me preguntan cómo están las cosas en EEUU, les respondo que depende como se las mire. Políticamente, está perdiendo terreno, económica y tecnológicamente, está ganando. Es como un gigante muy creativo y trabajador, que no tiene ninguna habilidad social. Uno puede reírse de sus fiascos diplomáticos, o maravillarse de su capacidad de innovación, o ambas cosas.