"Las medidas están tomadas para ocultar al enemigo el punto de ataque; si se consigue y nos deja poner el pie en el llano, la cosa está asegurada. Haremos cuanto se pueda para salir bien, pues si no, todo se lo lleva el diablo". (José de San Martín). 

San Martín simplificaba en una carta a Tomás Guido la estrategia de guerra de zapa que llevó adelante con el memorable cruce andino para engañar a Marcó del Pont, autoridad realista de Chile, que lo aguardaba confundido en tierras trasandinas. 

Esta guerra de zapa estuvo compuesta de varias acciones. Aparte del parlamento con los Pehuenches al sur de Mendoza, a quienes neutralizó como espías realistas y le permitieron el paso al espionaje patriota, blindó la cordillera por los mismos propósitos y trasladó a los simpatizantes realistas a San Luis, enviando cartas con falsas informaciones que cumplieron el objetivo buscado: hacer creer a Marcó del Pont que la invasión a Chile se realizaría por el sur. 

Completando este plan, se levantaron seis columnas para cruzar la cordillera, buscando confundir sobre el punto de ataque y hacer pasar todo un ejército formidable sin ser descubierto. También sublevar los territorios a lo largo de la geografía chilena, para coronar una victoria total. 

Las columnas abarcaron una franja de 2.000 km de extensión, dos eran las principales y destinadas a tomar Santiago de Chile y por lo tanto conducían al grueso del Ejército y el parque de artillería para la batalla que San Martín previó en las cuesta de Chacabuco. El Ejército y la artillería más pequeña cruzó por el paso de Los Patos al mando de San Martín. O’Higgins, Soler y el parque al mando de Las Heras cruzó por Uspallata. 

Dos secundarias al Sur de Mendoza cuyo objetivo era tomar las ciudad de Talca y revolucionar el sur chileno. La columna más austral cruzó por el Paso del Planchón al mando del Teniente coronel Freire con 50 hombres, que al ser sorprendidos por una tormenta de nieve, se vieron impedidos de cumplir sus objetivos. Y la división que cruzó por el Paso del Portillo, destinada a hacer creer al enemigo que la invasión se produciría por allí. Los 100 hombres de Freire no lograron tomar la ciudad pero sí hacer caer en el ardid a Marcó del Pont, quien destinó 1.000 hombres a este paso, desperdiciando un numero muy importante de soldados que no pudo ocupar en Chacabuco. 

Otras dos secundarias al norte de San Juan y al sur de La Rioja, esta última al mando de Zelada y Dávila con unos 130 hombres que partieron de Guandacol y tomaron Copiapó. Posteriormente se unieron a la columna al mando de Juan Manuel Cabot, quien con 400 hombres remontó el Paso de Guana, al norte de nuestra provincia y ocupó Coquimbo.  

"Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes". En 1841, Domingo F. Sarmiento publicaba una carta en Chile bajo la figura de un soldado de la independencia chilena, donde ponía en cuestión el olvido por los hermanos trasandinos, de las batallas que les dieron la independencia, especialmente resaltando el papel que cumplieron San Martín y O’Higgins al mando del Ejército de los Andes. Esa carta que apareciera en un periódico logró tal conmoción que rescató del olvido la epopeya andina, destacando que el cruce del Ejército de los Andes era un logro militar que superaba las campañas de Aníbal el cartaginés y del mismo Napoleón, quienes con sus ejércitos habían cruzado los Alpes, de mucha menor altura y extensión que la mole andina. 

El cruce fue la primera victoria de San Martín y del Ejército de los Andes, nacido de la generosidad del pueblo cuyano. La caída definitiva de Chile fue considerada por las monarquías europeas como el preludio del fin de la dominación española.