El "Estudio Mundial sobre Calidad de Vida 2011'', elaborado por una consultora internacional sobre las condiciones que ofrecen 211 ciudades para la calidad a vida a sus habitantes, ha ubicado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como la tercera de América latina y por encima de las ciudades brasileñas y chilenas.

No obstante esta calificación de Mercer, nuestra región está lejos de alcanzar niveles de vida óptimos, como los de las diez primeras ciudades europeas que encabezan el listado gracias a sus infraestructuras, la buena atención médica, los servicios, los precios y una variedad amplia de oferta de ocio para quienes las habitan o para el visitante.

La ciudad de Viena está en primer lugar, seguida por Zurich y Auckland (Nueva Zelanda), completando la decena de urbes privilegiadas Munich (4), Düsseldorf (5), Francfort (7), Ginebra (8), Berna y Copenhague (9) y Amsterdam. No sorprenden estas ubicaciones, salvo la neozelandesa, porque son valoraciones que tienen antecedentes históricos desde que el ranking se puso en marcha. Tampoco que Hamburgo (16), Berlín (17), Luxemburgo (19) y Estocolmo (20) se mantengan en esos niveles, pero sí la enorme brecha que existe entre la mejor calidad de vida de las citadas ciudades y las de nuestro subcontinente. Las mejores de la región son San Juan de Puerto Rico, en el lugar 72 y Montevideo (77); Buenos Aires (81) todavía está mejor calificada que Santiago de Chile (90) y Ciudad de Panamá en el lugar 93. Brasil no aparece con ninguna de sus ciudades en los primeros cien lugares respecto a la calidad de vida que gozan los ciudadanos y La Paz (212) se destaca como una de las ciudades latinoamericanas con los precios más bajos. En el otro extremo, Brasilia es la urbe más cara de la región y Luanda, en Angola, resultó ser la ciudad más cara del mundo.

Pero la calidad de vida es mucho más que la economía. La seguridad en todos sus aspectos, incluyendo la jurídica para inversores y turistas, como también vivir sin condicionamientos políticos, étnicos o religiosos, importan tanto como la prestación de los servicios prioritarios y la oferta cultural histórica y de recreación que forman parte de un entorno que gratifica a quien lo vive o atrae al visitante. La hegemonía europea se mantiene, pero la crisis actual probablemente altere los valores del próximo ranking.