La obra del Túnel de Agua Negra tuvo un sorpresivo apoyo científico que potencia el emprendimiento con un ambicioso e inédito proyecto de instalar un laboratorio subterráneo en el lugar, para investigaciones y ensayos superiores sobre la existencia de materia negra.

La posibilidad de realizar estudios físicos, registrar partículas cósmicas y así evaluar la existencia de materia negra, desvela al mundo científico y llevar la teoría a la práctica no es fácil. Ello únicamente sería posible a miles de metros de profundidad, donde la tierra ofrece un blindaje ideal, libre de las radiaciones superficiales. Tanto el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) como la Comisión Nacional de Energía Atómica han mostrado gran interés y a estos se sumó de manera efectiva el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, quien prometió apoyar activamente la iniciativa y un aporte económico para el estudio de factibilidad técnica y construcción del laboratorio. Además, las universidades de la IV Región de Chile están al tanto del proyecto y desean participar, según el intendente trasandino Sergio Gahona.

Resolver los grandes enigmas del universo se ha transformado en una premisa que apasiona al mundo científico y para ello se han encarado numerosas, complejas y costosísimas instalaciones que muchas veces no respondieron a las expectativas, lo que ha intensificado la búsqueda de nuevos caminos para dilucidar esos misterios.

Ahora el Túnel de Agua Negra tiene, además de un imponderable valor económico y estratégico, un inusitado interés científico, el que agrega interés para que su construcción sea una realidad inmediata.