La reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), causantes del calentamiento global, o efecto invernadero, generador de las violentas alteraciones climáticas que causan estragos en diferentes partes del mundo, tiende a dejar de lado las vagas promesas y las reticentes posiciones para evitar daños irreparables en los ecosistemas. Ahora hay hechos concretos para destacar, como los avances logrados por la Unión Europea gracias a las políticas ambientales aplicadas por los Estados miembros, con diferentes modalidades, pero con igual propósito.
El bloque comunitario ya ha recortado un 19% de las emisiones contaminantes y está a solo un punto porcentual de la meta del 20%, fijada para el fin de esta década. Según el último informe de la Comisión Europea, dado a conocer el miércoles último, la cifra alcanzada se obtuvo al observar el comportamiento del bloque en 2013, llegando a un nuevo recorte de emisiones del 1,8% con respecto al año anterior, lo que sitúa la rebaja total en un 19% en comparación a los niveles de CO2 de 1990.
En vista de este avance, la UE no solo está en vías de conseguir el objetivo de 2020, sino que además puede superarlo y lo importante es haber comprobado que las medidas proteccionistas funcionan. De ahí que los dirigentes de la campaña climática hayan decidido mantener el ritmo actual y así llegar a un 40% menos de emisión en 2030, aún a costa de cuantiosas inversiones.
El nuevo balance remarca la utilización de los ingresos fiscales procedentes de la subasta de derechos de emisión, una nueva fuente de inversión de unos 3000 millones que en 2013 se destinaron al clima y la energía, una cifra muy superior al 50% recomendado para invertir en clima y energía y seguir llevando a cabo la transformación hacia una economía de baja contaminación. Por ejemplo países como Francia, República Checa y Lituania mejoraron la eficiencia energética de los edificios, otros como Bulgaria, Portugal y España desarrollan energía renovable, Alemania apoya una amplia gama de proyectos de diferentes ámbitos, como investigación y transporte sostenible, y el Reino Unido centra su estrategia en la eficiencia energética, las energías renovables, la investigación y la ayuda financiera a los hogares con bajos ingresos en relación con los gastos energéticos.