Está fehacientemente probada que la actividad física es sinónimo de salud, siempre que se practique con las limitaciones aconsejadas por los especialistas, según las edades, de la misma manera que en el extremo opuesto, el sedentarismo, es causante de enfermedades que pueden llevar a la muerte. Por eso sorprenden los decesos inesperados de jóvenes deportistas en momentos de desarrollar un ejercicio o competencia.

Existen casos resonantes de estas muertes en el mundo, como hace pocos meses la de Mateo Uriburu, un joven de 17 años que sufrió una arritmia grave durante un entrenamiento en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, durante la gira de su equipo de rugby, un hecho similar a la de otro rugbier juvenil de Entre Ríos, el año pasado, de un maratonista cordobés, y hasta en un equipo inglés que perdió a dos jugadores en una misma temporada. Otras muertes repentinas se han dado en otros deportes exigentes y también hubo casos en San Juan de aficionados a exigencias extremas.

Pero esta semana la muerte súbita de Manuel Ignacio López Pujato, de 26 años, mientras hacía el calentamiento previo de un ejercicio de "crossfit” -un durísimo entrenamiento militar- en un gimnasio porteño, ha vuelto a alertar sobre el alto riesgo que implica una actividad física extrema y las precauciones que deben adoptar tanto por los protagonistas y entrenadores como también respecto a los recursos de los gimnasios para atender emergencias.

Lo último reactualiza las críticas que pesan sobre aquellas instituciones, clubes y gimnasios públicos y privados, que no cuentan con los recursos necesarios para afrontar una crisis cardiorrespiratoria, por ejemplo, y si los responsables de estas entidades han verificado la autenticidad de los certificados de aptitud psicofísica según los requerimientos de cardiólogos y deportólogos. También si las inspecciones sanitarias se cumplieron de acuerdo a las normas que regulan la actividad.

Los médicos observan que si un gimnasio posee un desfibrilador, la reanimación cardiopulmonar se recupera en un 5% de los casos y con desfibrilador automático se llega al 70% de recuperación. Para manejar estos equipos de reanimación no hace falta un médico en cada gimnasio sino personal entrenado para manejarlos, de la misma forma que deben tener conocimiento de las técnicas de reanimación para otros cuadros imprevistos.

Y tener en cuenta que el ejercicio físico está condicionado por la edad y la intensidad de la práctica.