Nadie puede dudar que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) ocupan un espacio preponderante en la vida cotidiana. La invasión de estos nuevos fenómenos en la familia, ha generado no pocos interrogantes sobre los espacios vitales de comunicación y de vinculación. Nuestros hijos son nativos digitales, la generación 2.0 también llamada generación interactiva, que ha aprendido a gestionar en multitarea. A las TICs (Internet, videojuegos, teléfonos móviles, ipods, cámaras y resto de dispositivos digitales), se suman otros medios ya clásicos en el mundo adolescente, como la televisión y las redes sociales: el Facebook, el Twitter y el Whatsapp. Es evidente que los niños y adolescentes de hoy, de la mano de la tecnología, han modificado los modos tradicionales de comunicarse, estudiar y, principalmente, de relacionarse.
Ahora bien, nos preguntamos: "Las TICs ¿son buenas o malas?, ¿cuál es el impacto del mundo virtual en nuestros hijos?, ¿qué rol debemos ocupar los padres y educadores?” Muchos padres están preocupados por las facilidades que ofrece Internet para acceder a pornografía o a información potencialmente dañina. Incluso si uno no busca estas cosas, es difícil evitarlas. Se requieren unos pocos clicks para que un niño o adolescente encuentre un océano de sexualidad explícita, de material violento o el contacto con desconocidos en los chat.
Una nueva moda entre adolescentes es el "sexting”, término originado por la conjunción de las palabras "sex” (sexo) y "texting” (envío de textos). Se trata del exhibicionismo on line más o menos sexual, es decir, del envío de imágenes de ellos mismos o de amigos con poca ropa o en posiciones eróticas a través de celulares o computadoras con cámara. Todo surge cuando los adolescentes deciden tomarse fotos o videos con las características descritas y las envían a otros con distintos motivos. Las chicas, por ejemplo, envían inocentemente a un chico que quieren conquistar sus fotos provocativas, confiando que el receptor se quedará con las imágenes. Sin embargo, la mayoría de las veces, dichas imágenes suelen transmitirse de persona a persona por celular hasta proliferar en la web rápidamente, dejando a la protagonista de la foto o video en la boca de todos. Otros adolescentes usan el sexting para divertirse o para lograr aceptación y popularidad entre su grupo de pares.
Frente a esta nueva moda, los padres, como inmigrantes digitales, debemos hacer un esfuerzo para conocer y estar al tanto de estas tecnologías, ya que, aunque nuestros hijos sean nativos, no implica que estén exentos de usarlas perjudicialmente. Debemos ayudarles a caminar por estos nuevos entornos, dando criterios y referencias adecuadas. Es necesario mostrar a los hijos las consecuencias nefastas que tiene el tener este tipo de prácticas. Formarles la conciencia acerca de importancia de su cuerpo, del pudor y su integridad en general. Enseñarles la importancia de no reproducir o reenviar este tipo de mensajes en caso de que reciban alguno. Ciertamente, esto requiere un clima de diálogo y confianza con los hijos, de forma que se puedan comunicar de manera asertiva a fin de orientar hacia el uso responsable de la tecnología, evitando los riesgos asociados a ella. Si bien no se trata de restringir el uso de las tecnologías, si se le va a dar un celular a un menor, se le debe explicar para qué es, lo que puede hacer con él y lo que no. Los padres deben, entonces, guiar y acompañar a sus hijos, supervisando su actuar. De esta manera, la familia interactiva comparte la experiencia del uso de las nuevas tecnologías, a fin de que las nuevas generaciones ejerzan la libertad tecnológica responsablemente.
(*) Licenciado en Bioquímica – Docente.