Las normas de calidad estandarizadas, como las ISO, en sus diferentes versiones, han dado lugar a protocolos, que en general son procesos tendientes a garantizar un patrón de calidad, siempre que se cumplan de la misma forma. Este "logaritmo'', resultó ser un avance importante para empresas interesadas en mantener una constante en la calidad de sus productos, ya sean estos servicios o manufacturas.


El punto es que aun existiendo las normas de calidad, quienes ejecutan las acciones son personas, que por definición poseen voluntad e inteligencia. La acción libre es quizás la posibilidad más maravillosa que posee la especie humana, nos distingue de los demás seres de este mundo y es la potencia por excelencia que despliega la creatividad, el servicio, el perdón, la amistad, el bien y el amor. Pero también podría desplegarse como odio, frustración, egoísmo y el mal.

"Aun existiendo las normas de calidad, quienes ejecutan las acciones son personas, que poseen voluntad e inteligencia.''

La cuestión entonces es distinguir lo siguiente: ¿Necesitamos forzarnos a obrar el bien y de forma constante, para que los resultados sean positivos? Una posible respuesta, es sí. La ley positiva en definitiva, "es una especie de norma de calidad'' que busca lograr como resultado una convivencia saludable entre los ciudadanos, sin importar que persona sea, (entiéndase "apellido''), o qué lugar ocupe en la sociedad, (nivel económico). Pero seguidamente, nos queda resolver la próxima cuestión: ¿Qué pasa con la libertad?


En definitiva, pueden existir miles de protocolos, leyes y normas que nos impulsen a obrar de tal o cual forma, pero la libertad humana, seguirá siendo la capacidad más plenipotenciaria, que impulsa al hombre a expresarse de la forma más originalmente humana. Por citar un ejemplo entre muchos posibles, en un Sanatorio, en donde figuren los estándares de calidad más altos, las últimas ISO, o exista el equipamiento biomédico más actualizado, las expresiones de servicio o cordialidad, el profesionalismo, seguirán dependiendo de la libertad de cada individuo que allí trabaje, al igual que de la propia escala de valores con la cual se maneje. Si el médico no se lava las manos al ingresar al quirófano o la médica de guardia no contiene, brindando tranquilidad, a unos padres angustiados que llegan con su hijo con una dolencia de urgencia, las ISO son inútiles. La calidez humana y los valores personales, superan en este sentido a cualquier protocolo de calidad. Si bien las normas orientan la libertad y el funcionamiento institucional, requieren de una contraparte, que es el consentimiento voluntario y personal de realizar el bien.


Quizás deberíamos avanzar en la convicción, de que los límites los colocamos nosotros mismos. ¿Qué hizo que el fútbol Inglés, (Premier League) pasara de ser el fútbol más violento y sanguinario a ser la liga más segura del mundo? ¿Acaso existió un protocolo de seguridad que reprimió eficientemente la violencia? Pues claro que no, habrá ayudado, pero no es lo central. La conciencia personal y colectiva sobre los frutos que daban personalmente y como sociedad es lo que produjo el cambio. Podemos ser mejores, debemos serlo, nuestros servicios, instituciones, etc. Serán insuperables y traspasaran fronteras porque es una responsabilidad, porque es una norma, porque es parte del dinamismo humano auto superarse, pero sobre todo, porque se nos da la gana que es la razón más fuerte, la que compromete la propia libertad.



Lic. Federico Cánovas La Mattina 
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