Haya sido por lo que haya sido, la retirada de la empresa Falabella de la Peatonal capitalina se convertirá en un antes y un después para la vida comercial de esa zona, le guste a quien le guste. Si bien los precios, promociones, tarjetas y hasta la calidad de los productos que vende la firma chilena son opinables, nadie puede negar que es un llamador: "Para el centro, es como el pucho de los kioscos", me dijo esta semana un gerente comercial con casi tres décadas de patear a diario la calle. Es decir, no deja ganancias, pero atrae público. La frase cuaja a la perfección con el atractivo que despierta en los sanjuaninos esa casa comercial que este año cumpliría 24 años seguidos sobre calle Tucumán. Casi todos (o todos) los que vienen al centro, al menos se dan una vueltita por ese comercio. Y lo mismo al revés: casi todos (o todos) los que van a Falabella se pegan una vueltita por algún otro local. Ojo, esto no quiere decir que la salida de esa empresa sea la muerte de la Peatonal, pero sí es un tropezón que reflota los viejos problemas del paseo comercial más popular que tiene la provincia: pocos comercios, mucho sol, alquileres carísimos y ahora, además de todo lo anterior, cada vez menos negocios que ofrezcan primeras marcas. Los shoppings y pequeños polos comerciales crecieron en cantidad y oferta, pero el centro, muy supeditado a las gestiones políticas, sigue teniendo los mismos dramas que siempre tuvo.

En el Gobierno provincial y en el municipio de la Ciudad están mirando el tema con preocupación, aunque también ven en este drama una oportunidad. Es más, los comerciantes; la ministra de Gobierno, Fabiola Aubone, y el coordinador de Gabinete de la Ciudad, Sergio Mordacci, ya mantuvieron dos reuniones; la última el viernes pasado. Los funcionarios creen que la muy demorada Red Tulum puede convertirse en un ordenador de la Ciudad, porque consideran que al eliminar la circulación de los colectivos de las calles Mendoza, Mitre, Laprida y otras, ayudarán a una ampliación de la zona comercial, lo que decantaría en una disminución de los costos de los alquileres y el posible regreso de todos los comerciantes que buscaron sitios más baratos en la misma ciudad o en departamentos crecientes comercialmente hablando como Rawson, Rivadavia, Pocito y hasta Caucete. Pero la intención oficial choca con los comerciantes más chicos, aquéllos que viven al día, quienes se oponen a que los colectivos pasen por calle Jujuy, por ejemplo, y reclaman que sigan transitando por avenida Rioja; solamente una cuadra más hacia el Este. Pero, claro, hay que entenderlos también, ellos no tienen espaldas como para ser conejillo de indias de nadie. No tienen tiempo. 


Como ya se ha dicho muchas veces, hay pocas personas que tienen muchos locales en la Peatonal. Esas personas se pone de acuerdo para los precios, y no hay forma de quitarles el negocio, porque es legal. Un salón mediano de 80 metros cuadrados tiene un alquiler promedio de $150.000 por mes en la Peatonal. Uno más grande como el de Frávega, por ejemplo, ronda los $500.000. Si se ampliara la zona comercial, seguramente esos valores deberían bajar, pero eso se logrará el día que el público entienda que tiene que caminar más cuadras. El municipio va a poner adoquines alrededor de la Plaza 25 de Mayo, para atraer a que más locales se instalen hacia el Oeste. Hay muchos ya, pero no tienen la misma circulación de gente que los que están concentrados en la Peatonal. Probablemente los adoquines no sean suficiente incentivo y sea hora de ayudar de otra forma a la instalación de nuevos comercios en otros lugares. Tasas más bajas, créditos, capital de trabajo, todo suma a la hora de los incentivos. Quien dice que los adoquines y un auxilio de la provincia terminen siendo el empujoncito que alguien necesita para moverse de la Peatonal. El Gobierno ya lo hace, habría que reencauzar esos aportes nada más.


Parece que en el mundo está andando muy bien la puesta en funcionamiento de pequeños centros comerciales "no formales". Es decir, comerciantes que sin haberlo planeado, terminan en una misma zona convirtiendo distintos lugares en una amplia oferta para posibles clientes. Hay algunos buenos ejemplos, que ya son una realidad. El que se formó en calle Hermógenes Ruiz esquina José Ignacio de la Roza hacia el Sur, está funcionando muy bien. En diciembre del año pasado abrió Ayres Village Strip Mall, sobre calle Cabaña antes de Coll, en Rivadavia. En el mismo departamento, sobre calle Rastreador Calívar entre Libertador e Ignacio de la Roza, también se formó otro con tanto éxito que, de paso, hace imposible el tránsito en algunas horas sobre el conector que va del Sur a Norte y al revés. Es muy probable que la respuesta a la Peatonal y a la concentración de negocios esté allí, en la zonificación, pero no es algo que se pueda lograr en poco tiempo ni tampoco es algo que se le puede pedir solamente a las autoridades. El intendente de la Ciudad, Emilio Baistrocchi, se encontró con el drama de Falabella y es poco lo que puede hacer, más que atajar algunos penales y rogar que ese efecto no sea contagioso. 


El tema Falabella llegó a esferas altas incluso de la política nacional. Muchos aprovecharon para hacer un conteo de las firmas que abandonan el país, cosa que lamentablemente es cierta. Lo que no se sabe muy bien porque nadie lo investigó aún, es si esas firmas u otras solamente abandonan Argentina. Y cuántas no lo han hecho. La crisis pos pandemia no es sólo nuestra. Muchas naciones en el mundo la están padeciendo y es casi una obviedad decir que muy probablemente muchas otras empresas estén abandonando muchos otros países. Obviamente a los argentinos les importa lo que pasa puertas para adentro, pero para hacer un análisis más completo, habría que tener también ese dato.


Tal fue la preocupación de las autoridades locales y nacionales por el impacto de la partida de Falabella de San Juan, Mendoza y Córdoba, que con el ánimo de neutralizar esa data negativa, la Nación distribuyó información de las firmas que de una forma u otra han anunciado que invertirán en Argentina. Anunciado recién. En ese listado estaba el proyecto minero sanjuanino Josemaría, por ejemplo, cuya manifestación a favor de poner dinero en San Juan tiene más voceros que millones prometidos. Ojalá ocurra, pero por ahora ese comunicado y la realidad convierten todo en pura paradoja: Nación anuncia una inversión trabada por ellos mismos, ya que es difícil que cualquier inversionista quiera poner plata en un país que no le deja sacar sus ganancias con libertad. 


Si nadie que no esté involucrado directamente se pone a pensar en serio en el centro, habrá problemas serios en muy poco tiempo. La salida de Falabella apuró todo. Ojalá lo entendamos todos.