La sociedad de consumo corresponde a la época más avanzada del desarrollo industrial y del capitalismo, y tiene como característica fundamental el hecho de que las personas consumen en forma masiva bienes y servicios producidos también en forma masiva.

Hay quienes defienden la sociedad de consumo argumentando que es la consecuencia del elevado desarrollo de la economía, lo cual se manifiesta en un incremento de la renta nacional. Este mecanismo hace posible que un número cada vez mayor de personas adquiera bienes muy diferentes. Se piensa que si se hace más fácil el acceso a mayor cantidad y calidad de bienes, entonces se lograría una mayor igualdad social.

No obstante la sociedad de consumo plantea un problema ético muy particular. La crítica más general es que mediante las técnicas de marketing se crean falsas necesidades entre los consumidores, haciéndoles perder su sentido crítico y reflexivo, su individualidad de criterios, para venir a ser parte de una gran masa de consumidores.

La ética ambientalista plantea que esta mentalidad de consumo masivo conlleva el peligro de llegar al punto de no poder extraer más recursos naturales y también la contaminación por la basura. Claro ejemplo de esto lo tenemos en el uso desmedido de los envases y bolsas plásticos. Este método es más cómodo para los consumidores actuales y más conveniente para los comerciantes, pero desperdicia recursos que antes eran más aprovechados y, peor aún, contamina ríos y ensucia en gran manera las regiones urbanas.

Por otra parte en este tipo de sociedades se manipula de tal forma la información que convierte a los consumidores reales en consumidores ideales moldeando sus conductas de consumo y previendo los efectos de la producción de un bien o un servicio. El sistema de consumo propicia que las personas convertidas en simples consumidores encuentren placer en el consumo en sí mismo y no para otro fin. Además, el paradigma de posesión de los objetos ha cambiado: antes era un privilegio social poseer un objeto que durara toda la vida, pero ahora los objetos son desechables, lo cual pone en crisis la idea de reparación.

¿Qué se puede hacer para no caer en el consumismo? Tal vez no dejarse llevar tanto por la publicidad que manipula y no hacer gastos innecesarios, cambiar la mentalidad de usar y tirar a mansalva por la de guardar. En suma: contentarse con lo que se tiene y ser paciente, usando el sentido crítico y frenando los impulsos.