Un futuro de automatismos de procesos y alta tecnología, requiere un recurso humano apropiado.

Independiente de la falta de oportunidad política en la instalación del tema y apremiada por la supuesta imposibilidad argentina de competir en igualdad de condiciones con Brasil y su extrema reestructuración en términos de legislación laboral, la flexibilización laboral está en cartera del gobierno, y promete ser uno de los ejes del debate político-económico post eleccionario.


El tema no es menor en consideración que la ley que actualmente rige en materia laboral data de mediados del siglo anterior, habiendo establecido oportunamente el marco legal para relaciones laborales en un contexto con características sustancialmente diferentes a las actuales. El siglo XX mostró en términos de relaciones laborales una continuidad, baja rotación y estabilidad laboral hoy imposibles de replicar, siendo una vida de trabajo en una misma empresa la regla y no la excepción.


El cambio de condiciones derivados entre otros factores de la irrupción en el mundo del trabajo de la revolución tecnológica, informática y electrónica, la tercerización de tareas, la automatización de procesos y la pérdida de la cultura del esfuerzo, entre otros, ha tenido como consecuencias tangibles la inestabilidad laboral, alta rotación de personal, el reemplazo de capital humano y la institucionalización de la dádiva estatal, entre otras.


Este nuevo contexto requiere que los involucrados en la confección de la legislación laboral del futuro, estén a la altura de las circunstancias. Un mercado laboral que se va a caracterizar por la pérdida de puestos de trabajos tradicionales requiere deponer actitudes sectoriales y pensar en legislar con visión de futuro.


Un sindicalismo de feudos y caudillos, que mantienen el privilegio y derechos de pocos en perjuicio de muchos que no pueden ingresar al circuito formal del trabajo bajo la actual legislación, un sistema judicial caracterizado por la industria del juicio laboral y la aplicación extrema del principio "in dubio pro-operario", un sector empresarial propenso a trabajar en la informalidad e ilegalidad, y un Estado sobredimensionado que muestra niveles de sueldos y beneficios laborales por sobre los del sector privado, dista de ser el escenario ideal para debatir una flexibilización laboral que contemple los intereses, derechos y obligaciones de todas las partes involucradas.


Demonizar la conducta empresarial bajo la creencia que la flexibilización laboral va a tener como consecuencia la explotación laboral y la pérdida de derechos laborales logrados, es desconocer la realidad de un contexto laboral en donde las empresas exitosas intentan por todos los medios de proteger y conservar su recurso humano, hoy caracterizado en las nuevas generaciones por la falta de compromiso, dedicación y profesionalización.


Levantar las banderas de las conquistas y derechos laborales logrados a través de la lucha sectorial, es desconocer la frase emblemática, más peronista que "la única verdad es la realidad''. En este caso la única verdad es que no se pueden pretender crear puestos de trabajo bajo esta realidad.


Pensar en la flexibilización laboral en forma independiente de una revolución en términos de educación, carece de sentido. Un futuro de automatismos de procesos y alta tecnología, requiere que el recurso humano se eduque en materias tales como liderazgo, trabajo en equipo, inteligencia emocional y capacidad de adaptación a nuevos contextos y necesidades. Creer que nuestros jóvenes van a estar preparados para enfrentar un futuro laboral en puestos a crearse hoy desconocidos, con los actuales programas educativos, es una mera utopía.


La necesidad de flexilbilizar las relaciones laborales requiere de un trabajo social en conjunto:


Se escuchen las opiniones y criterios de todos los agentes económicos involucrados.


Se verifique la legislación de países en donde la reestructuración laboral ya se haya verificado.


Identificar y potenciar una reforma educativa acorde a las necesidades del trabajo del futuro.


Potenciar las formas y mecanismos de acceso al primer empleo.


La flexibilización laboral, debe ser complementada con una reestructuración a nivel de financiamiento de los mecanismos de previsión y seguridad social, si bien este trasciende el objetivo de la actual columna de opinión, es imposible pensar en la viabilidad del actual sistema previsional, en un contexto en el cual se va disminuyendo la relación entre trabajadores activos sobre trabajadores pasivos, en este sentido el anunciado blanqueo laboral (1 de cada 3 trabajadores está en la informalidad) apunta a incrementar la base con una posterior reducción del costo laboral.


El tema con sus restricciones, fortalezas y debilidades ha quedado planteado, es obligación de cada uno de nosotros desde el puesto que nos toque ocupar como agentes económicos de nuestro país el de aportar soluciones que nos brinden una legislación laboral flexible, abarcativa y moderna.