La capacitación docente y los "profesorados de dos años para profesionales'' dictados por universidades, no acreditan para formar profesores, como los profesorados creados para tal fin.
La formación docente de hoy se ha extendido en al menos 4 años de formación superior o más, incorporando simultáneamente la especialidad por la que se titula al profesional de la educación. (Ley 26206).

De esta manera es conveniente aclarar a todos los que componen la comunidad educativa y a los que administran la educación desde los ministerios educativos, nacional y provincial que únicamente son profesionales de la educación quienes se han formado como profesores en los profesorados universitarios de 5 años o sus similares con 4 años de enseñanza superior de institutos reconocidos como tales.

Por tal motivo el Estado debería establecer una escala salarial para diferenciar a los profesores universitarios y superiores del resto de los docentes que no lo son y que cobren sus emolumentos como un trabajo más de docente pero no como profesionales de la educación, es decir, como profesores.

Por otra parte los profesores "verdaderos profesionales de la educación'' deberían percibir sus haberes por la enseñanza, como tarea profesional diferenciada por haberse formado en metodología, didáctica, pedagogía e investigación y práctica educacional.
Por otro lado el calificativo de "trabajadores de la educación'' es un concepto de la esfera gremial que nuclea a todos los docentes pero que en ningún momento reconoce a los profesionales de la educación con su específica formación de profesores universitarios o superiores adquirida para ser enseñantes, salvo en el caso de profesores de enseñanza primaria.

Los mismo gremios de docentes,que contienen a todos los afiliados que se desempeñan en los ámbitos educativos del sistema, debieran procurar que en los listados de Junta de Clasificación se discrimine por idoneidad y competencia a los profesores de cualquier otro docente que no lo es.

Tal es así de docentes que no son profesores que con 50 horas cátedras, titularizan y cobran igual que cualquier profesor siendo que no se han formado profesionalmente como enseñantes. Las universidades todas de nuestro país lo saben al igual que los ministerios de Educación, sin embargo no hacen absolutamente nada para lograr esta histórica y real diferencia, que los padres y los alumnos deberían conocer y que de ninguna manera se les debe ocultar.

Estamos en el tercer milenio, siglo XXI y sin embargo esta confusión parece convenirles a muchos profesionales y técnicos que no se dedican a sus profesiones y que se incorporan e ingresan a las escuelas para tener un sueldo, postergando a profesores.

Luego hay quejas de profesores que no son tales y desmerecen la actividad del enseñante e incluso se sabe de supervisores y directivos que no son profesores y califican profesionalmente a un profesor en el denominado concepto profesional anual.

Así vienen y llueven las mil quejas de la calidad de la educación, a las cosas hay que decirlas como son: "zapatero a sus zapatos'' y cada uno a su profesión, ya que a ningún profesor le es permitido hasta hoy colegiarse y menos aún ser el que califica como idóneo para elevar la educación de nuestro País.