Vivimos el tiempo de Pascua, es ocasión para pensar en los fundamentos de la fe, el cristianismo significa asumir el acontecimiento de Jesús, Dios hecho hombre. Benedicto XVI en la encíclica Deus Caritas est dice: "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida”. De la religión deriva una ética pero no puede quedar en eso, Cristo es Persona y acontecimiento. En el acontecimiento hay un encuentro personal con Cristo, también cambia la historia porque tiene carácter fundacional, algo nuevo irrumpe y se prolonga como Iglesia; en la historia personal el acontecimiento inicia una nueva vida que supera el deseo y la expectativa. La respuesta de Cristo supera la aspiración humana, si bien es la respuesta más adecuada a esa aspiración. El acontecimiento de Cristo irrumpe de modo imprevisto, cuando Jesús se acerca a dos de sus discípulos camino de Emaús, le dicen: "nosotros esperábamos que sería él el que iba a liberar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.” Lc 24, 21)
Esperaban un libertador de Israel; una visión más profunda, la idea del verdadero Mesías que iba a resucitar y entrar en la gloria del Padre, que Jesús enseñó, no había sido asimilada todavía.
La resurrección de Cristo ayudó a entender lo que había pasado. Jesús no defrauda esa espera pero su respuesta va más allá, se manifiesta en la fracción del pan que continúa y hace presente ese acontecimiento en la eucaristía.
Hay momentos de la vida favorables para descubrirlo, pero Cristo irrumpe en la existencia personal en cualquier momento. Jesús volvió de la muerte y se dejó ver por sus discípulos, en un encuentro personal que transforma la vida para siempre. Los discípulos compartieron con él la vida terrena, conocían las escrituras, habían escuchado la noticia de la resurrección de Jesús, Cristo explicó las escrituras a los discípulos de Emaús; lo que transformó definitivamente la vida fue el encuentro personal con Jesús resucitado.
Con la presencia de Cristo la misma expectativa que se tenía se transforma porque resulta superada, el mesías esperado vino a cumplir las promesas que ahora se aclaran, venció la muerte y entró en la gloria del Padre, de ese modo anticipa nuestra resurrección.
El acontecimiento de Cristo continúa y nos hace posible participar de él, en una experiencia que conmueve y amplía los límites de la razón; aparece y se fortalece la fe y con ella la alegría de seguir a Cristo, en el sufrimiento y en la seguridad de la resurrección.