Aparentemente, la globalización ha contribuido con beneficios al mundo; también trajo graves perjuicios a los humanos. Desde distintos ángulos e intereses se pretendió definir a esta globalización que transmite la idea de internalización, universalización, con sensación de que al mundo distante lo tenemos disponible más cerca, a la vuelta de la mano. Hoy leemos al día periódicos de otros continentes, conocemos al instante el clima de oriente y hasta compramos comida de otro país. Se percibe la fluidez del comercio con productos del más recóndito lugar del planeta… Los problemas centrales de los países no han desaparecido por efecto de la globalización. Tampoco podemos afirmar que se hayan atenuado. En muchos casos, los problemas se agravaron. Es cierto que nuestro planeta, por el avance tecnológico se ha transformado en un todo conectado pero es equivocada la idea de que cada vez se asemeja a una sola sociedad. Esta exagerada definición que sobre el contexto del planeta promulgaron interesadamente reconocidos politólogos, analistas políticos y culturales, sociólogos, economistas, está cayendo en saco roto arrastrando a desgraciadas realidades a quienes se comprometieron con las grandes corporaciones y organismos internacionales con poder económico financiero para el desarrollo y bienestar de los Estados, que de la mano del neo liberalismo está llevando a la ruindad a esos Estados y al sufrimiento de sus pueblos.
La falacia de "una sola sociedad" contrasta con las enormes desigualdades en nuestro mundo, y los Estados independientes siguen siendo tales, pero con la salvedad que en este enlace que es político, el sayo les está cayendo por igual. La actual globalización sigue su surco en otras actividades, pero sin buenos resultados en las disciplinas para las que fuera pergeñada, concebida e iniciada desde el stablishmen occidental con premisas falsas sin el sustento verdadero de la integración. La actual globalización nació para una práctica materialista de la vida que acentuó el individualismo y atentó contra la solidaridad natural del ser humano social, contribuyendo a la formación de un sujeto mezquino, casi robotizado, desenraizado y estandarizado, dependiente de una tecnología innovadora, extraordinaria y deslumbrante que cada vez se impone más, pero que el hombre domina menos. Como si fuese lo más importante se insiste en que todo está mucho más cerca y que las modas llegan a muchos más sitios.
Esto es cierto pero no es sustento de lo importante ni de lo necesario. También es cierto que se asemejan las formas de vida poco a poco, pero carentes del valor moral y del significado que da valoración a la vida más allá de esas formas. Esta manera de entender la globalización descuidó la identidad de esas sociedades porque los pueblos sólo pueden integrarse entre sí en la medida que se reconocen en sus propias identidades, conocedores de lo que pueden ceder en esas relaciones.
La vida de los pueblos no puede concebirse en parámetros de un todo económico-financiero o comercial, la vida de los pueblos es un todo cultural y la política es la herramienta de enlace a partir de conceptos de humanidad atendiendo al sujeto que produce la historia y que es receptor de toda proyección planetaria.
Así como la reconstrucción de un país no es labor de un partido político sino de todos, la globalización debió ser el producto del esfuerzo de todos los países pero esto no ocurrió por la manipulación hegemónica del poder mundial.
Ante el derrumbe del neo liberalismo la actual globalización que caminó de su mano comienza a sufrir un serio debilitamiento. Esta situación nos permite imaginar que en el planteo emergente de la mesa exquisita del pulcro análisis de la ilustración mundial, seguramente se incluirá en su ágora como necesario y urgente, una revolución mental en los hombres. Esta puede ser una acertada visión estratégica para los nuevos tiempos que cunda especialmente en los dirigentes de los países más altamente industrializados porque fueron los generadores de esta globalización que se les fue de las manos. No puede desentenderse el debate sin la incorporación del cómo producir una modificación de las estructuras sociales y productivas en todo el mundo, fundamentalmente en los países de alta tecnología donde rige llena de parches la economía de mercado. En los próximos años hablaremos del surgimiento de una convivencia biológica dentro de la humanidad y entre la humanidad y el resto de la naturaleza. Necesitamos cambiar el concepto frívolo de la globalización por el de un universalismo integrador de ese todo que es el hombre, con sus valores y su identidad conforme a su cultura. Desde estos parámetros del humano ser que somos, podremos enlazarnos los pueblos y gobiernos del mundo sin apartarnos de la idea que "necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo físicamente nuevo".