España y Cataluña se encaminan a recobrar la paz.

Los acontecimientos con los que se cerró el primer mes del 2018 en Cataluña parecen haber puesto fin a las estrategias del expresidente del gobierno catalán (Generalitat) y candidato al mismo cargo, Carles Puigdemont, para ser investido nuevamente, tras las elecciones del 21 de diciembre pasado. De estos resultados surgió la suma de fuerzas cercanas ideológicamente, partidos independentistas y de izquierda, que lograron una mayoría necesaria para elegir la nueva máxima autoridad de esta comunidad autónoma, hoy dolorosamente enfrentada en lo interno y con el Estado español al que pertenece. Todo esto a pesar de que, de haber sido proclamado, hubiese gobernado inicialmente desde Bruselas donde reside desde el 30 de octubre del año pasado cuando huyó de España tras ser despojado de poderes por el "delito" de declarar unilateralmente la independencia de Cataluña tras un referéndum ilegal desde el punto de vista constitucional español. Producida por este motivo la intervención en Barcelona del gobierno de España, como se recordará este convocó a elecciones para el 21 de diciembre en las que resultó triunfador el partido "Ciudadanos" o "Partido de la Ciudadanía", aunque sin el quórum necesario para formar gobierno. Lograda esta mayoría entre partidos afines, volvió a aparecer la figura de Puigdemont para candidato a presidente de la Generalitat, a pesar de estar residiendo circunstancialmente en el extranjero por los motivos citados. No obstante, esta candidatura convalidaba los deseos separatistas de poco más del 40 % de los habitantes de esa Comunidad Autónoma española. En las últimas horas, un representante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Alfredo Pérez Rubalcaba, señaló que la actitud de Puigdemont, es como la de "un trapecista que cada día da un salto más complejo (...) pero el circo se va a acabar, porque no va a haber un presidente catalán que gobierne desde Bruselas, ya que debe cumplir la Constitución y el Estatuto de Autonomías". En el mismo sentido, Pablo Iglesias, secretario general de "Podemos", otro de los partidos con representación parlamentaria en España, señaló que una presidencia "simbólica" desde otro país "no es muy sensato".


A ello se han sumado las palabras del propio Puigdemont que trascendieron en las últimas horas: "Esto se ha terminado, los nuestros nos han sacrificado". Para el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, terminaría la etapa política más difícil de su gestión, y de España misma después de la transición iniciada tras 40 años de dictadura franquista. De ser así, como se está confirmando, España habrá ganado, pero Cataluña también, porque se paraliza, por un tiempo que nadie podría precisar, un proceso que sin contar con más del 50 % de apoyo del pueblo catalán, ha dañado sensiblemente la economía, afectando los ámbitos de la producción y de manera particular al poderoso sector del turismo de Cataluña, poniendo en riesgo su presente y futuro, y en gran medida la paz y unidad de España.

Por Luis Eduardo Meglioli. Periodista. Ex redactor de la agencia española Europa Press.