Lejos de la imagen de "Granero del mundo" que supo conquistar nuestro país, la producción primaria atraviesa momentos muy críticos. La agricultura languidece, igual que la lechería y la ganadería, aunque estas últimas muestran mayor caída en niveles productivos, establecimientos y animales.

En producción de carne, los últimos datos de vacunación antiaftosa del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) confirman los anticipos de las entidades agropecuarias y analistas privados. Según el Senasa, en los dos últimos años el stock bovino descendió 5,82% respecto de 2006, o sea casi cuatro millones de cabezas menos. Además el stock bovino total ya es inferior al de 2002.

Un reciente informe de Confederaciones Rurales Argentinas alertó sobre la profundización del proceso de liquidación de vientres. Señala la entidad que "podemos sostener que a partir de 2006 la ganadería entró en una profunda crisis que se manifiesta a través de la agudización en la liquidación de hembras. Esto pone en riesgo la provisión necesaria de terneros y la oferta futura de carne". El proceso de liquidación se debe a las desacertadas políticas oficiales, que comenzaron con la imposición del peso mínimo de faena, en noviembre de 2005, el control de las exportaciones, desde marzo del 2006, y en la constante intervención del mercado interno.

Ante esta situación, urge un cambio político, ya que la tendencia del sector es la desinversión y remate de animales, para ir hacia nuevos horizontes productivos. De lo contrario, la importación de carne es inminente.