Declarada la pandemia nos dimos el derecho de dudar sobre su verdadero origen, si fue casual como parece haber demostrado la investigación posterior o si fue intencional buscando algún beneficio material. Las primeras sospechosas fueron las industrias farmacéuticas porque de alguna de ellas o de varias podría esperarse la vacuna sanadora. Mientras sus científicos se pusieran a investigar, el mundo de la especulación financiera apostaría a varias o a todas. Si hay algo que no quebrará en nuestro mundo serán las empresas médicas, porque los seres humanos aspiramos a ser centenarios y las farmacias siempre estarán abiertas. La burbuja farmacéutica podrá explotar si tiene éxito la hidroxicloroquina-azitromicina de Jair Bolsonaro. Ambas drogas no tienen patente y están en el mercado de modo abundante desde hace tiempo, en fin, son baratas y no necesitan ni ser inventadas ni algún héroe que se atribuya el éxito, salvo los médicos franceses que hicieron la prueba. En segundo lugar, pusimos a las plataformas de venta a distancia o de logística, una forma que tiene asegurado el futuro aun sin pandemia porque su crecimiento viene asociado a la inmensa transformación de las comunicaciones. La ausencia del vendedor personal y la restricción de oferta que implica la venta en tiendas que no podrán tener nunca una variedad tan amplia de artículos, abarata costos que compensan largamente el transporte de lo vendido. Bien, aquella sospecha, tal vez injusta, tiene una similitud perfecta con la realidad. El coronavirus ha hecho desaparecer gran parte de la vida comercial tradicional en favor de las grandes compañías de venta a distancia, las aplicaciones para comunicarse marchan en segundo lugar tanto para conferencias como para juegos, los fármacos caminan al lado aunque por ahora se trate solo de expectativas y finalmente el oro y los metales preciosos, como ocurre en toda crisis económica que dure el suficiente tiempo como para justificar exploraciones, explotaciones y exportaciones. Esta semana el periódico The Financial Times publicó un ranking del valor bolsa de las 100 principales empresas que ganaron dinero durante la pandemia en los primeros meses de este 2020. A la cabeza aparece Amazon, del magnate Jeff Bezos, cuyo valor supera todo el PBI de países como Argentina. Amazon comenzó con ventas a distancia aunque ahora produce una gama variada de servicios como por ejemplo películas o televisión. En segundo lugar está el también gigante Microsoft de Bill Gates, cuyo aplicación para comunicación de equipos tuvo 75 millones de usuarios en un solo día de abril contra el máximo registro anterior de apenas 20 millones a fines del año pasado. El trabajo remoto le vino más que bien. Sigue el más popular soporte de tecnología de comunicación que es Apple de la sucesión de Steve Jobs que logró más de 58 mil millones de dólares en ventas de sus Iphones a pesar de tener todas las tiendas de atención al público cerradas, justamente en combinación con Amazon y otras especialistas en logística a distancia. El cuarto puesto es para los autos eléctricos de Tesla que logró colocar 402 mil unidades de su modelo S. Esta cifra es el doble de toda la producción automotriz de este año en Argentina. Su dueño, Elon Musk ya piensa en colonizar el espacio pero mientras sigue con los pies bien puestos en la tierra. El quinto es para la china Tencent, la más grande creadora de juegos on line que tuvo nada menos que el 31 por ciento más de abonados durante el primer trimestre. Curiosamente Facebook, en el sexto lugar, registró un crecimiento de su facturación por publicidad del 39 por ciento aun con gran parte de los negocios cerrados en todo el mundo. En el séptimo otra gran productora de juegos on line, Nvidia desde Santa Clara USA y en el octavo, Alphabet dueña de Youtube que a pesar del colapso de la publicidad a finales de marzo, incrementó sus ganancias el 10 por ciento. Artistas, privados de los escenarios y del contacto directo con el público, conferencistas de todo tipo y hasta sacerdotes abrieron sus canales para poder expresar su arte o sus ideas, la mayoría usando como hardware su propio teléfono inteligente o su humilde notebook personal. Lo del precio del oro era bastante previsible y tiene numerosos antecedentes históricos: Cada vez que hay una crisis, el metal sube porque su inalterabilidad gana frente a la caída de las monedas. Estamos frente a la crisis económica más grave, profunda y generalizada de las primeras décadas de este siglo y de las últimas del siglo pasado. Hay quienes se atreven a proyectar que superará a la desatada en 1929, llamada entre nosotros "la década infame". Mientras se escribía esta nota la onza troy superaba cómodamente el límite de los 1.800 dólares, el 13 por ciento arriba desde que comenzó el año y el más alto nivel desde 2012. Para comparar recordemos que el costo de producción promedio mundial de Barrick Gold está alrededor de los 500 dólares y que Pascua Lama, el proyecto binacional fallido, necesitaba un precio por encima de los 1.400. Algunos analistas arriesgan que el precio de venta llegará a los 2.000 o aun más. Barrick ha quedado posicionada entre las 100 ganadoras en la pandemia, en el puesto 81, ha mejorado su calificación de riesgo y se ha recuperado el valor de sus acciones aunque todavía lejos del que fuera su mejor desempeño. La otra minera ganadora es Newmont, socia de Barrick, en el lugar 91, ambas superadas ampliamente por Mercado Libre, la única firma netamente argentina y radicada en Buenos Aires. Posición 37 entre las más ganadoras, su plataforma de comercio electrónico logró vender un 76 por ciento más de distintos ítems durante el pasado abril. Pensar que Mercado Libre absorbió a De Remate (¿se acuerdan?) y que la idea nació desde Calingasta por emprendedores llegados para aprovechar la promoción agrícola. Esta época deberá ser recordada como la primera en que San Juan apareció para quedarse en el radar del mundo. Hay minería para por lo menos 100 años y esa industria atraerá otras actividades no extractivas que podrán poner a la provincia en un lugar mucho más elevado de bienestar general para sus pobladores. Como diría Lennon en Imagine: "Puede que sea un soñador, pero no soy el único".