En el alborear de la Patria, Mariano Moreno (1778 -1811) brilló como un astro de intensas radiaciones y hoy su ejemplo luminoso continúa vigente.

Abogado, secretario de la Primera Junta, era el germen revolucionario de mayo, destacándose como político, estadista y jurisconsulto. Hombre fiel a su ideario renovador, publicó la "Representación de los Hacendados", que constituye una encendida defensa de la libertad de comercio.

Adelantado para su época, asombró a sus contemporáneos al establecer una oficina de censos, y una escuela militar. Planificó la formación de una biblioteca pública y reabrió puertos.

Espíritu entusiasta, delineó la ruta del ideario libre. El 7 de junio de 1810, Moreno fundó la "Gazeta de Buenos Ayres", primer periódico semanal de la etapa de la independencia, con el propósito de anunciar los actos oficiales y las noticias locales y del exterior. Abogó por la libertad de prensa, dejó abierto el camino por la defensa del pensamiento independiente y el mensaje veraz, fundamento básico para el crecimiento de la democracia. En su homenaje, en el año 1938, se estableció el 7 de junio como Día del periodista.

Dijo Mitre que en el Primer Gobierno Patrio, Belgrano era el yunque y Moreno el martillo, complementándose en el vínculo común de la fe en la instrucción pública y la visión patriótica.

Moreno expresó: "ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de su país", al celebrarse el triunfo de Suipacha, cuando el capitán Duarte alcoholizado, brindó proponiendo a Saavedra como emperador de América.

Mariano Moreno se embarcó en misión diplomática a Londres a bordo de la fragata "Fama", mientras se hablaba de presagios funestos. Y se extinguió en alta mar en extrañas circunstancias. Aquel 4 de marzo de 1811, Moreno, cerraba sus ojos para siempre en la inmensidad del océano, diciendo "Viva la patria, aunque yo perezca".

El mar azul, amortajado de espumas, con encrespadas olas, frente a las costas de Brasil, recibió su cuerpo, cubierto con la bandera inglesa porque aún Belgrano no había creado nuestro pabellón. Solemnes descargas de artillería, con estremecedores ecos, anunciaron la muerte del prócer.

Saavedra al enterarse del fallecimiento dijo: "hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego".