Según los especialistas la oratoria es la habilidad o el arte de exponer a través de un discurso dirigido a un conjunto de personas o auditorio que puede ser multitudinario. Se trata que el hablante logre persuadir o convencer a la concurrencia. Este arte, destreza o ciencia nació en Grecia, y fue empleado con propósitos políticos, destacándose Demóstenes. En la historia argentina del pasado siglo hubo personas, aquellas que ocuparon altos cargos políticos, y también de jerarquía menor, que hicieron gala de una oratoria increíble, que fascinó a las multitudes. Haciendo un paréntesis, en estas afirmaciones, vale la pena decir que hubo un presidente, que contrariamente a lo dicho, jamás pronunció un discurso al público, pero la gente con sólo verlo exclamaba su nombre; este fue don Hipólito Yrigoyen, llamado "el peludo''. Continuando con el relato, un orador de lujo fue el Dr. Alfredo Palacios, perteneciente al Partido Socialista. De personalidad atractiva y de aspecto particular, con sus grandes bigotes, este político argentino, que fue diputado, senador y candidato a presidente, pronunció discursos que enardecían a los oyentes, especialmente a los jóvenes. Es recordado como ejemplo de oratoria, aquel discurso pronunciado en mayo de 1904, en ocasión de la represión policial que sufrieron los obreros el primero de mayo de ese año.
Otro ejemplo de oratoria fue Lisandro de La Torre, del Partido Demócrata Progresista, que él fundó. Es célebre el debate que protagonizó en el Congreso como senador por Santa Fe, cuestionando el monopolio del comercio de las carnes, vinculados al capital inglés. Las palabras pronunciadas en aquel histórico debate resonaron en el Congreso: "Estoy solo enfrente de una coalición formidable de intereses, estoy solo enfrente de empresas capitalistas que se cuentan entre las más poderosas de la tierra, estoy solo enfrente de un gobierno cuya mediocridad en presencia del problema ganadero asombra y entristece...''.
Llegando a la década del 40 es indudable que el mejor orador fue Juan Domingo Perón. Aquel joven coronel tuvo la visión de percibir al conjunto de obreros argentinos "como sujeto histórico''. Por lo tanto, sus discursos fueron dirigidos a los trabajadores. Perón hablaba un lenguaje llano, campechano, con palabras claras y utilizando los brazos, un gesto que pasó a la historia. Además en aquellos años comenzó la era de la radiofonía, y este militar supo valerse de este adelanto técnico. Es célebre el discurso que pronunció en octubre de 1945, luego de su detención: "Trabajadores: Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino...''. Y en el ocaso de su vida, días antes de morir, en 1974, habló, este fue su último discurso, a manera de despedida: "yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino...''. Igualmente es recordado aquel discurso que pronunció el Dr. Ricardo Balbín ante el féretro de Perón. Sus palabras sentidas, son un llamado a la reconciliación nacional, concluyendo con: "Este viejo adversario despide a un amigo".
Por último, nombramos a otro gran orador del pasado siglo, el Dr. Raúl Alfonsín. Sus alocuciones antes de ser presidente y a posterior, son memorables. De voz grave y resonante junto a gestos privativos, provocaron en la multitud un sentimiento de esperanza, siendo el puntal de sus arengas los atributos de la democracia, junto a letras del preámbulo. Extenso sería reseñar los discursos que pronunció, pero aún hoy si se los escucha, emocionan intensamente.
Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia.