Una pintura que recuerda a los héroes "vencidos de Chancay" y un distintivo usado en el Ejército Argentino, recuerdan la valentía de hombres de valentía admirable.


La Semana de Mayo es un tiempo en el que no se puede pasar por alto a personas que dieron sus vidas para que hoy tengamos un país independiente. Es más, el presente año esta signado por varias efemérides o conmemoraciones, de significativos hechos históricos. Uno de ellos es la autonomía de San Juan, suceso que en este espacio se hizo referencia. Otro es el nacimiento y muerte de unos de los hombres más preclaros que nos legó la patria, quien también tuviera destacada participación en los acontecimientos que desembocarían en el "primer grito de libertad", aquel 25 de mayo de 1810. Se trata del General Manuel Belgrano. Hace precisamente 250 años que nacía Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, tal es su nombre completo. Su venida al mundo se produjo el 3 de junio de 1770, hijo de Domingo Belgrano Peri, de origen italiano, y de María Josefa González Caseros. Fue bautizado por el sacerdote Juan Baltasar Maciel, en la Catedral de Buenos Aires. Este hombre estudio abogacía en España, pero son tantos los atributos conquistados que sería extenso detallarlos. Fue militar porqué así lo requirieron las circunstancias, periodista, versado en economía, educador, diplomático y creador de la bandera. Pasó los últimos días de su existencia en un estado de pobreza y orfandad que no tienen parangón en la historia. Fue en septiembre de 1819 cuando abandonó definitivamente el mando del Ejército del Norte, afectado por una hidropesía avanzada, complicada con otras dolencias, que lo dejaron prácticamente postrado. Los últimos días de su vida sucedieron de forma trágica; poco y nada dormía, carente de las ropas adecuadas y mal alimentado. Iniciado el largo viaje a Buenos Aires, llega a Tucumán. Es aquí donde no sólo fue detenido por haber estallado una asonada, también es amenazado de ser engrillado, sin ningún reparo de humanidad, a pesar del evidente hinchamiento que soportaban sus piernas. Su médico imploró a los cabecillas que no se realizara semejante acto de salvajismo. Ya en libertad, llegó a Córdoba con sus recursos económicos acabados. Gracias a un providencial comerciante, quien le facilitó los medios necesarios, pudo continuar su tortuoso viaje. Teniendo como escenario la temible anarquía que vivía el país, llega por fin a Buenos Aire donde redacta su testamento y paga deudas. Su fallecimiento se produjo hace 200 años en la mañana del 20 de junio de 1820.

El capitán Pringles y sus bravos soldados

El 27 de noviembre de 1820 se produce la batalla de Chancay. Este nombre es tomado de una localidad peruana, situada a sesenta kilómetros de Lima, en la llanura costera del Pacífico. Allí ocurrió un episodio de índole épica, olvidado por la historia. El protagonista fue el capitán Juan Pascual Pringles y sus hombres del Ejército de Los Andes. Cuando las fuerzas del ejército del General José de San Martín operaban en la campaña chilena, Pringles se incorporó a ellas con el objetivo de participar en la campaña al Perú. Ya en tierra peruana, el joven capitán en un reconocimiento de la delantera del ejército sanmartiniano, quedó rezagado al mando de un pequeño grupo de soldados pertenecientes al Regimiento de Granaderos a Caballo. En esas circunstancias fue rodeado y atacado por sendos batallones españoles. Ante esta situación de inferioridad el hombre nacido en San Luis, con su bizarro séquito, resolvieron replegarse. Fue así que se alinearon hacia el mar a través de las playas de Chancay. En el transcurrir del combate murieron varios de sus soldados y los que sobrevivieron, incluido él, se encontraban completamente exhaustos y a merced de los españoles. Fue en esos momentos que aquel valeroso grupo decidió morir antes de entregarse al enemigo. El alicaído regimiento decidió que el mismo mar sería su sepultura. Fue entonces cuando el jefe de las tropas enemigas ante tal trance de bravura, ofreció una decorosa rendición, logrando los patriotas salvar sus vidas. Tiempo después el Libertador, José de San Martín, compensó a los valientes hombres que fueron protagonista de semejante lucha, con un escudo grabado con esta inscripción: "Gloria a los vencidos de Chancay". 

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia