Nos debe llenar de orgullo y sentimiento patrio, que el General José Francisco de San Martín, sea uno de los próceres que más estatuas en el mundo posea. Sin dudas es el reflejo de su accionar en pro de la libertad, de su decencia y de su hondo humanismo. El culto al Padre de la Patria, se inició prácticamente en vida -de forma intangible-. No sólo cuando era ya un ilustre retirado, viviendo en Francia, sino antes, al poco tiempo de terminar sus hazañas militares.


El arte estatuario es una de las maneras más visibles de consagrar históricamente a un hombre. En el caso de San Martín no hubo que darle tiempo a la historia, sus gestas y su perfil comenzaron a materializarse casi contemporáneamente a él. La ponderación estatuaria del héroe en América se concretó casi simultáneamente, merced a dos voluntades: la de Domingo Faustino Sarmiento en Argentina y la de Benjamín Vicuña Mackenna, en Chile. Este chileno criticó la idea inicial que había en su tierra de emplazar un monumento, pero que omitía al Libertador. Con sus escritos claros y contundentes logró cambiar esta idea, pero por diversas razones, la inauguración se demoró.


En tanto Sarmiento, que ya había escrito sobre el Libertador y lo había conocido en Francia, comenzó una campaña para que rápidamente, a la figura máxima de América, se le rindiera homenaje en bronce. También para que se repatriaran sus restos.


Fue en 1862, cuando Bartolomé Mitre se encontraba frente al Poder Ejecutivo Nacional, que se erigió la primera estatua a San Martín y también fue Mitre quien la inauguró, en julio de ese mismo año. La estatua de bronce fue obra del artista francés Louis J. Daumas. Lo representa al héroe montado en su caballo. El punto donde se emplazó fue la antigua "Plaza Marte'', luego "Plaza de San Martín''. Fue un acto imponente, donde asistieron -por ejemplo-, antiguos oficiales que habían servido al homenajeado, quienes formaron una guardia de honor.


Según los especialistas, esta estatua ecuestre es bella por lo que infunde su conjunto. Dice de ella José María Gutiérrez: "la audaz actitud del caballo, perfectamente en armonía con el gesto imperioso de mando que ejecuta el brazo derecho del General. Las manos levantadas del caballo dan a la pesadez material del bronce una aparente levedad".


Al año siguiente se inauguró una similar en Santiago de Chile, en abril de 1863. En poco tiempo por toda tierra americana se multiplicaron las estatuas a nuestro General. Luego en Europa, todo el mundo occidental e incluso en el oriental.

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Primer monumento del país en Plaza San Martín, de Buenos Aires.