"Peter Capusotto y sus videos”, empezó recientemente a emitirse por la TV pública los lunes a las 22:30 hs. El humorista presenta legendariamente una colección de videos clásicos y contemporáneos del Rock, matizados en sketch humorísticos, que él mismo protagoniza. La personificación escénica va desde un humor matizado, hasta lo alegórico, cruelmente irónico, grotesco y anecdótico, como forma de ilustrar las actitudes típicas de los argentinos.

El premiado humorista, ha recibido críticas positivas y negativas, por su estilo ácido y negro de parodiar circunstancias de la cultura argentina y del rock nacional. Luego de sus anteriores temporadas, con personajes como "Quebracho Castania”, "Altas Llantas”, "Julio Emboca”, "Jorge Suspenso”, "Eljandro Nardo”, entre otros, vuelve aceitado, con escenas que le dan cierto toque a algunos de los tradicionales, tales como: "Mensaje del Ministerio de Educación”, "Micky Vainilla” y "Violencia Rivas”, la precursora del "Punk”. No pretendo halagar el lenguaje burdo (muy distante al vocabulario clásico tradicional), pero si como aquél, que se engancha a verlo filtrándolo para evadirse, en aquella cruel parodia de lo real. Ello, aunque parezca vano, también implica filosofar, cuando de forma particular se desenmascara en un "sketch”, aquello que muchas veces individualmente somos, pero que socialmente tememos reflejar.

Creo a mi entender, que el programa no deja de ser una parodia o sátira imaginativa de aspectos muy marcados de nuestro "ser argento”, que en ocasiones nos caracteriza. Sin embargo, la forma de humor particular que utiliza aceptada y rechazada a la vez, resulta su estilo, un ser actoral callejero, la forma que encontró, aunque como expresara Marcelo Stiletano en La Nación, aparezca "un experto del cine de clase B”. En esta nueva temporada, resulta el mismo que ironizara a las tribus seguidoras de ídolos musicales, a las clases altas con "Micky Vainilla”, el joven con bigote hitleriano que se cree de izquierda en palabras, pero es derecho en acciones. En estos tiempos hacer humor no es fácil, y cuanto más si se trata del familiar, casi extinguido: Landriscina y Menapace. A veces, para reírnos buscamos escapar de los programas de chimentos, para encontrar en "Volver” al genio Bores, Olmedo, o su alternancia en Minguito Tinguitella u Carlitos Bala. En este caso, creo que el personaje de "Bombita Rodríguez” o "Violencia Rivas”, de marcado humor irónico, exagerado, por su extrema sinceridad y desparpajo violento, no deja de ser algo polémicamente acertado, de lo que solemos reflejar, casi inconscientemente los argentinos. Resulta casi una catarsis, que muchos debiéramos hacer alguna vez sanamente, frente al espejo.

Los personajes de Capusotto hablan del rock, por lo tanto de la música, el gusto liviano, de la dispersión y la identidad. No son de los personajes camperos con guitarras, leídos en el "Martín Fierro”, expresando el padecer gauchesco con los infortunios psicológicos de una Nación en un período histórico pasado, sino los del rock novedoso, que empezara a cambiar hábitos en nuestro país con la percusión, ante el auge del Folklore nacional. En tanto, creo que la parodia de Violencia Rivas, es la de alguien que se cree único, viendo lo nuestro como lo mejor, o "cuando el hombre no trabaja para vivir e irla pasando, sino para sobrevivir”.Presenta ese cuadro anunciado por escritores varios (entre ellos Sábato), como el gaucho pretérito, el gringo que ascendió, el inmigrante fracasado o pobre, el habitante cosmopolita de Buenos Aires, con todos los elementos cruzados y los mutuos resentimientos. Ese ser original, "cuando todos sólo le cantaban idioteces al amor” o "el capitalismo que da lugar para todos”. Precisamente, la "Identidad” es algo que nos debería interpelar de manera particular actualmente, al igual que lo que le pasa a Micky Vainilla, cuando llora al verse solidario, defensor de los pobres, populista, porque recorre las Villas, pero saluda a los rubios. Esta identidad nos debería cuestionar, como a Violencia Rivas, que en el afán de mujer tranquila, popular, invita a sangrar en sátira de insultos, o a "sacar la púa tirando corchos”, sacando descarga, ante tanta indiferencia, que nos deshumaniza.

La identidad implica conocer nuestra historia, y éste polémico personaje, lejos de una apología de violencia, sólo intenta desnudar la hipocresía. Muchas veces pensamos que la violencia es de "otros”, y que nosotros no tenemos nada que ver con ella. Solemos escandalizarnos cuando vemos por televisión a un personaje como "Violencia Rivas”, pero nos cuesta aceptar la ira que muchas veces llevamos adentro, cuando alimentamos con nuestra gota de agua a la gran ola de violencia social, desde nuestra egocéntrica acción individual. Es la parodia de la insatisfacción, del "yo no me siento así”, la decadencia y enfermedad que ocultamos, cuando pretendemos "normalizar”, lo que tememos desenmascarar. Veo en ello, una personificación concreta, de la tensión padecida en la resignación y la esperanza. En palabras de Max Scheler: "Este hombre problemático, que además de no saber su identidad, ahora sabe que no sabe, pidiendo un camino”.

(*) Periodista, filósofo y escritor.