La visita de José María de los Ríos a la ciudad de la Plata, en 1887, descripta en un "relato-ficción” por el escritor Eduardo Villanueva Padró, demuestra el impacto que esa metrópoli provocó en el fundador de la ciudad de Caucete, a tal punto que a su regreso dispuso que el pueblo por él fundado, con el nombre de Villa Colón, tuviera una disposición similar a la de la capital bonaerense, con calles en diagonales.

En la nota anterior se narraba como De los Ríos acompañado por Crisóstomo llegaban a la ciudad de La Plata y en su anteúltima estación (Tolosa) pudieron observar un enorme frente de árboles, tan cerrado, que parecía no permitir el ingreso a la ciudad. Era el bosque de eucaliptos del casco de la Estancia Iraola, que integra el paseo y bosque de la ciudad. Ya estaban prácticamente llegando a La Plata, siguiendo el costado de su calle 1, hasta poco antes del camino "real” a Magdalena. De pronto el tren, realizó una violenta curva para tomar la diagonal 80 hasta llegar a la "Estación 19 de Noviembre” junto a la plaza San Martín, en pleno centro de la nueva capital y se detuvo muy lentamente en una moderna e importante Estación Terminal de auténtico estilo Dórico, proyecto del ingeniero italiano Pinaroli. Se apearon junto al resto del pasaje ninguno aparentemente urgido por nada y menos aún, don José María y don Crisóstomo quienes en verdad lo único que podía hacer era sonreír y mirarse sin articular palabra alguna. Ambos sabían que habían llegado por fin a la nueva capital para admirar una obra que habría de ser ciudad original sin que ninguna otra la igualara y superara en muchas décadas futuras en el mundo latinoamericano.

Saliendo de la Estación pudieron ver la amplia plaza San Martín y a su izquierda la Casa de Gobierno, visión interrumpida por el atractivo paso de un tranvía sobre rieles con tracción de dos hermosos caballos, frenados en la esquina por su cochero o mayoral que al toque de un cornetín anunciaba el momento de iniciar otra vez su recorrido habitual.

En el mismo comedor del "Hotel y Café Restaurant El Comercio”, al que se dirigieron con la idea de quedarse al menos esa noche, ya se habían enterado de algunas generalidades de la ciudad. Todo les parecía increíble. Se podía decir que estaba recién fundada (habían pasado sólo 5 años) y ya contaba con 18.000 habitantes, de los cuales el 40% eran italianos, el 10% españoles, el 25% argentinos y el resto de diversos países. Ahora se explicaban el por qué de tantas casas y tantas manzanas edificadas y en construcción que habían observado desde el tren…..

Señala el relato de Villanueva Padró que don José María de los Ríos observó cada detalle de la ciudad con evidente interés, como queriendo grabarlo todo. Visitaron cada rincón de la flamante metrópoli deleitándose con cada uno de los edificios y espacios públicos, sin dejarse de admirar de la belleza arquitectónica de muchos de ellos.

Tras la cena realizaron un paseo nocturno para tener la última impresión de la ciudad antes de volver a Buenos Aires.

"Al término de la recorrida volvieron al hotel sintiendo el cansancio físico de un día muy activo que habría de hacer "soñar” a de los ríos muchas noches de su vida”…