Las severas alteraciones climáticas, con atípicas heladas tardías, han provocado daños irreversibles en la agricultura sanjuanina, en particular en todos los eslabones de la producción vitivinícola porque las consecuencias no sólo avizoran una cosecha incierta sino se suman a la caída del sector por el descenso de las exportaciones.

Los frentes con masa de aire polar, registrados los días 17 y 22 de septiembre pasado, como los del último fin de semana, afectaron a unas 10.000 hectáreas de uva de mesa y alrededor de 2.800 destinadas a pasa, con daños que van del 80% a 100%, según las primeras estimaciones de la devastación de las heladas en los valles de Tulum, Ullum y Zonda. Todo esto sin cualificar las pérdidas en las uvas para vinificar y procesar mostos y jugos.

Todo el contexto implica una crisis económica y social, que requiere rápida intervención oficial para acudir en ayuda de los damnificados. Debe recordarse que cada hectárea de viñedo genera unos tres puestos de trabajo entre mano de obra directa e indirecta, en plena temporada, ya tanto la uva de mesa como la destinada a desecar requieren mano de obra intensiva. Y al cortarse drásticamente la cadena de abastecimiento, producción y comercialización vitivinícola se produce un grave estancamiento económico con secuelas para la próxima temporada. Este panorama sombrío también lo tiene Mendoza, donde se perdió prácticamente toda la producción frutícola por el rigor climático.

En San Juan urgen las medidas de contención que necesita la industria vitivinícola en cada una de las etapas de producción, de manera de considerar sus particularidades, los lugares donde se produjeron las heladas y los alcances del siniestro según lo revelan las quemaduras de los brotes de las variedades tempranas, las más afectadas. Además, evaluar la merma potencial de las viñas destinadas a caldos, porque de ello dependerá la oferta vínica de San Juan. Las uvas para la industrialización constituyen el 72% del total implantado y el año pasado mostraron una caída del 4% respecto al año 2000.

Existe un claro estado de emergencia económica en nuestra provincia, producido por factores meteorológicos, que demanda una rápida respuesta con medidas enfocadas a cada una de las particularidades de esta variable clave de nuestra economía.