La ideología de género es la última rebelión de la criatura, respecto a la identidad con su creador: la criatura quiere crearse a sí misma.

Por Mario Daniel Correa D’Amico
Profesor, filósofo, pedagogo y escritor

La ideología de género tiene sus antecedentes en los primeros patriarcas y en la filosofía de Grecia. En 1717 un grupo ocultista, incluyendo a los masones, se propusieron desconstruir la sociedad: atacar a la Iglesia con la ideología de género. En 1785 se escribió el primer documento con las matriarcas de la ID son: Margaret Sanger Simone de Beauvior y Judith Butler. De allí se deducen una serie de organizaciones feministas liberales, con raíces marxistas. La ideología de género es la última rebelión de la criatura, respecto a la identidad con su creador: la criatura quiere crearse a sí misma. Por otra parte se presenta como sistema político y social planificado para: atacar a la familia y destruir el concepto cultural, histórico y occidental de cristiandad. Quienes se enrolan en esta concepción parten de la filosofía marxista engañosamente, para darle aparentes derechos a la mujer. Nace esta corriente en el seno de un proyecto filosófico del relativismo. La idea es que a lo femenino y lo masculino hay que des-construirlos. Con la palabra des-construir se refiere atacar a la familia como organización natural, alentando todo tipo de "familias” como grupos o conjuntos de personas se forman por la simple convivencia. (Dra. Margaret Welge).

Los últimos textos de público conocimiento social y no academicistas reflejan una planificada intencionalidad para atacar a la familia y destruir la sociedad, por lo que resulta obvio que el objetivo es empujar a la crisis de los esposos entre sí irrumpiendo desde la intimidad hasta en sus desenvolvimientos sociales. Esto con el fin de despojarlos de esa imagen de integridad donde siendo dos actuarán fortaleciendo sus metas, objetivos y afectos, como uno. La parte marxista que queda develada es sostener la bandera de "vamos a darle derechos a la mujer”, como si estos fuesen de ganancia social y no de constitución natural. Las organizaciones feministas fueron y son financiadas por acaudalados en cuyas experiencias de vida ya con lo vivido no alcanza y hay que experimentar todo lo que se pueda, venciendo todo tipo de fronteras y transgrediendo toda norma moral. La consecuencia inmediata deviene en destruir la familia, ya que en el nuevo concepto que se tiene de ella es que cualquiera es padre, cualquiera es madre o bien no se sabe quiénes son o revisten esa categoría que, al parecer de estos, fue inventada por una especie de machismo tradicional, significación tan apartada de lo naturalmente concebido que produce un desorden tan vasto a nivel social, que ni las mismas instituciones pueden controlar. Justamente a quien no se puede controlar es al mismísimo hombre o mujer que no termina por asumir un rol coherente en su condición, identidad y desarrollo humano, porque lo que en definitiva no tiene es responsabilidad y respeto por su libertad, comprometiendo su natural condición o aún no convencido del respeto, por las normas que define una institución como la matrimonial y su correlato de intimidad conyugal pretendiendo así destruir al ser humano y para quienes son creyentes, quitar a Dios de sus vidas.

Frente a estos movimientos de poli pensamientos sociales también surgen las primeras organizaciones terroristas en Italia y Alemania. Influyen también Jean Paul Sarte y Frederick Nietzsche y además, promotores como Albert Kinsey quien afirmó que los niños son sexuales desde la infancia y que con el objeto de promover su ideología de educación sexual, en 1964, promueve la enseñanza a los niños de cinco años sobre la masturbación y que tomar participación de conductas sexuales con otros es muestra de afecto.

 

San Juan desde el Ministerio de Educación debe revisar los fundamentos de la ley de educación sexual integral seriamente y reformular conceptos y no improvisar o copiar sistemas educativos decadentes.