Hace tres meses fueron el Centro de Operaciones de Salud Pública para la Emergencia Provincial (COSEP) y las carteras de Salud de la provincia y de la Nación, conjuntamente con la Municipalidad de Caucete, los organismos que simularon las condiciones de un terremoto para demostrar cómo se debía trabajar en la emergencia. El viernes último el Ejército Argentino, con apoyo de organismos gubernamentales y ONG ampliaron de manera exponencial la preparación para afrontar una tragedia de magnitud en San Juan, con el antecedente del sismo que asoló a Caucete el 23 de noviembre de 1977.

El reciente simulacro inédito en nuestra provincia, y pocas veces visto en el país, involucró a casi un millar de militares, 300 civiles, medio centenar de vehículos, un avión Hércules de transporte y 3 helicópteros, más los equipos especiales y canes amaestrados para el rescate de personas, hechos que cubrieron todas las expectativas y el balance final seguramente dará detalles de un objetivo cumplido exitosamente.

En el primer simulacro no hubo una evaluación concreta del resultado, ya que se priorizaron otros aspectos, como la predisposición de los actores, caso de las fuerzas de seguridad, recursos médicos y servicios hospitalarios. Más allá de las evaluaciones finales, lo importante de estas acciones es que se realizan en forma sistemática y en sitios potencialmente riesgosos, como es la zona sísmica en que nos encontramos.

El hecho de movilizar a centenares de personas calificadas, entre civiles y militares, para un fin específico como es la eventualidad de una catástrofe de proporciones, es altamente positivo como todo lo que se haga en materia de prevención, tanto para atender a la población directamente afectada como para restablecer la infraestructura y los servicios básicos colapsados. Estos ejercicios no son privativos de requerimientos regionales, sino fundamentales para atender a la población en siniestros de imprevisibles consecuencias. El último terremoto en Chile y el huracán Katrina en los Estados Unidos, mostraron imprevisiones a la hora de asumir las tareas de socorro, sumando más víctimas al número dejado por la naturaleza.

En San Juan se han dado ejemplos de preparación y profesionalidad, que dejan un precedente de gran trascendencia, porque es parte del entrenamiento y la coordinación que deben contar los diferentes actores de la sociedad para acudir prontamente en ayuda de sus semejantes alcanzados por un desastre de magnitud.