Desde que se recuperó la democracia en 1983, los distintos gobiernos les fueron quitando cada vez más recursos a las Fuerzas Armadas hasta el extremo de carecer de operatividad, en caso de que fuera necesario para defender la soberanía nacional. Ejemplos hay muchos. El desguasamiento del buque insignia de la Armada como lo fue el portaaviones 25 de Mayo durante el gobierno de Carlos Menem; el hundimiento en el puerto del que fuera uno de los mejores y más modernos destructores como el Santísima Trinidad, que también sirvió de apoyo en la coalición que atacó a Irak en 1991. Esto ocurrió en el gobierno de Cristina Kirchner. El que se hundiera fue producto del desguasamiento que se hizo para utilizar piezas como repuestos en otros buques. El Ejército dejó de fabricar el único tanque que se diseño en Latinoamérica: el TAM (Tanque Argentino Mediano), que fuera exportado a otros países, debido a su calidad.


La Fuerza Aérea y sus pilotos como también sus técnicos, que fueron halagado por las principales potencias del mundo, se quedó sin aviones. Ni siquiera ya tiene aeronaves de superioridad aérea como fuerza disuasiva, como los fueron en su época los Mirage Daguer o Súper Etendard, de la Armada. Otro ejemplo de la pobreza operativa aérea se dio hace pocas semanas en la cumbre del G-20. Argentina tenía sólo 4 aviones Sky Hawks, antiguos, ante cazas como los F-16 estadounidenses que tienen otros países vecinos como Chile.


Precisamente, las Fuerzas Armadas son instituciones constitucionales, el brazo armado de la República. No tiene por qué ser estigmatizado, en función del comportamiento que hayan tenido en otras épocas parte de sus miembros. Sin embargo, esto sucedió a lo largo de estos 35 años de democracia. Mientras, en el actual gobierno nacional, varios de sus altos funcionarios, hasta hace unas semanas, cada vez que salía el tema en los medios, dijeron cosas como que "¿es necesario tener fuerzas armadas, para qué sirven si no tenemos conflictos con nadie?" o bien, si sería necesario hacer una fuerza que sólo luche contra el narcotráfico, cuando se sabe que eso es resorte de fuerzas de seguridad especializadas como Gendarmería, Prefectura o Policía Federal, por ejemplo.


Cabe señalar que Argentina tiene casi 3 millones de km2, cuyas fronteras están casi desprotegidas y cuyo mar es depredado por impresionantes flotas de buques factorías pesqueros. Todo eso necesita protección con fuerzas profesionales y no con la grotesca idea con la que se nos sorprendió hace unas semanas de convocar reservistas como si se estuviera en el siglo XIX. Actualmente cada país, incluso los de Sudamérica, promueven la profesionalización de sus fuerzas armadas.

Por José Correa   DIARIO DE CUYO