Las autoridades nacionales, más del área económica, enfrentan el desafío de frenar la inflación un tema que desvela ya no a los técnico sino a toda la sociedad frente a la permanente suba de precios de productos de primera necesidad. El problema es complejo porque lleva más de una década de escalada de precios, que se pretendía disimular con curiosas explicaciones del comportamiento del consumo y supuestas metas de crecimiento.
Pero la realidad era el ‘impuesto inflacionario” impulsado por el tremendo gasto público, atendido con una expansión monetaria sin precedentes, que habría llegado casi al 40% anual en 2015, al concluir la etapa kirchnerista. Dicho de otra forma, fue una escalada de imprimir billetes sin respaldo para cubrir un déficit de caja pagado por todos. Ahora en sólo dos meses la emisión cayó al 27,9%, reduciendo drásticamente el dinero circulante, como una manera de herramienta para la absorción de pesos por parte del Banco Central y de allí atenuar la inflación.
El problema es difícil y de lenta resolución -mediano y largo plazo-, más allá de los últimos anuncios del Poder Ejecutivo nacional sobre controles de precios y defensa de la competencia. Las expectativas están puestas en la capacidad de maniobra del Gobierno para ganarle a la inflación sin recesión, mientras otros actores, siguen de cerca la evolución de los precios. El ‘IPC Congreso”, por ejemplo presentó el primer índice ante la falta de números oficiales. Para los diputados opositores, la inflación de enero fue de 3,6%, a la vez de establecer la inflación de noviembre en 2,2% y la de diciembre, de 3,8%, aclarando que el informe no tiene intencionalidad política.

Pero hay que esperar.