Estimaciones internacionales, han determinado que los principales problemas de las instituciones educativas, entre otros, son la violencia, la deserción, la reprobación y el bajo rendimiento escolar. El apoyo de la familia, sus creencias y expectativas en la vida, son factores determinantes, en el autoconcepto del niño y en estas problemáticas planteadas (Herrera Torres, Mohand, & Mohamed Mohand, 2017).


Si bien la escuela, naturalmente promueve el desarrollo positivo del joven y sus buenos resultados académicos; el bajo rendimiento escolar, la deserción y fracaso escolar y el desequilibrio en su desarrollo físico y emocional, estaría dado, en parte, por el deterioro en la relación con los integrantes de su familia y muy especialmente la comunicación con la madre (Barrios Gaxiola & Frías Armenta, 2016).


La familia, es la institución natural y más importante en la vida, para el desarrollo y socialización de un individuo, transmitiendo al sujeto, cultura, valores, creencias, estilos, etc., que ayudan a desarrollar las áreas afectivas, emocionales y sociales para que éste pueda desenvolverse adecuadamente durante su vida (Martínez, Inglés, Piqueras, & Ramos, 2010).


Sin embargo, la estructura familiar ha ido cambiando con el tiempo, en donde, en muchos hogares, la mujer ha pasado a asumir el rol de miembro sostén de la familia y el papel de madre y padre a la vez. Tal es así, que en un estudio realizado en México, se comprobó que la desintegración familiar influyó en el rendimiento escolar en un 49% del total del alumnado. (Grisheth Hernández, 2013).


En otro estudio, realizado sobre 486 alumnos entre 12 y 18 años, se concluyó que, las expectativas que tienen las madres sobre el rendimiento escolar como así también el futuro laboral de sus hijos relacionado a sus conocimientos, es un factor determinante para el éxito académico del alumno. Asimismo, otros factores muy influyentes, fueron los niveles educativos y ocupacionales de los padres. Y, dentro de éstos, fue imperante como factor de impacto en el rendimiento escolar, una vez más, el nivel educativo y logro laboral de las madres (Fajardo Bullón, Maestre Campos, Felipe Castaño, León del Barco, & Polo del Río, 2017).


Por lo expuesto, se puede asumir que, la mujer, no sólo es un símbolo de maternidad en el hogar. Ésta, ha pasado a ser una persona imprescindible en la sociedad, trabajo, política y otras áreas de la comunidad. Esta incursión de la mujer en diferentes ámbitos, que, por un lado, es por adquirir mayor autonomía, responde por otro, a necesidades como la de haber quedado solas al frente de sus hogares. Lo que lleva a la sociedad toda, como así también al Estado y otros organismos, a tener que intervenir activamente en asistir a las mujeres, que requieren en la mayoría de los casos, ayuda en el mantenimiento de su situación como amas de casa, sostén del desarrollo y educación de sus hijos, y de su necesaria intervención en el mercado laboral (Rocha Roque, 2012).


Las posibles recomendaciones a esta problemática planteada, podrían ser: contener a las madres que son víctimas de desintegración familiar; capacitar a docentes para la atención particular de niños con bajo rendimiento escolar; motivar a los jóvenes para que mejoren y mantengan una comunicación férrea con sus madres; crear estrategias para que los mismos tomen conciencia, que sus madres son la figura familiar con la que siempre tienen que contar, a quienes deben escuchar y seguir sus recomendaciones; y finalmente, crear en las instituciones educativas centros de orientación con una íntima comunicación con las familias (Beneyto Sánchez, 2015).


Por el Dr. Claudio Larrea  - Rector de la Universidad Católica de Cuyo.