El impulso educativo de Domingo F. Sarmiento y de otros gobernantes como Bartolomé Mitre, Nicolás Avellaneda, o Julio Argentino Roca, entre tantos, logró constituir nuestra nación y convertirnos en una esperanza universal. Así se promovieron la integración, la cultura y la idea de patria, valores de los que aún vivimos.

En torno a la fecha del primer Centenario, y como un modo de exaltar la decisión de educar, se construyeron por todas partes, en las grandes ciudades y aun en poblados menores, espléndidos palacios colegiales, decenas de edificios grandiosos que revelaban la prioridad que la sociedad y el Estado asignaban a la escuela. No faltaron equivalentes en el área privada. Ese impulso se fue debilitando, aunque prosiguió hasta 1956. Coincidiendo con el deterioro institucional, es significativo comprobar cómo retrocedió el inicial voluntarismo.

Ahora hemos retrocedido aun más. Lo que se construyó en el primer Centenario, hoy tan puesto en tela de juicio, está expuesto a destrucción en este segundo Centenario. Por muchas partes del país han surgido inconcebibles proyectos escolares, bien ubicados y a veces mal conservados, para convertirlos en centros comerciales o, simplemente, demolerlos y lotearlos. La Escuela Normal Pedro I. Castro Barros, de la Rioja, ya fue destruida a medias y acaba de abrirse un arduo debate acerca de la supervivencia de la referencial Escuela Normal Superior Alejandro Carbó, de Córdoba.

En otras provincias se corren también esos riesgos. Ninguna pareciera estar dispensada de esas amenazas. La Capital Federal vio ya hace años cómo la Escuela Bartolomé Mitre se convertía en un centro comercial y cómo, a partir de 1973, se desvencijó impunemente el Colegio Normal 1. Un gran edificio escolar privado, como es el del Colegio Lasalle, también se vio amenazado, no hace mucho tiempo, pero la reacción de sus ex alumnos y de la opinión general impidió su lucrativo desguace.

La Academia Nacional de Educación anunció para abril próximo una reunión pública sobre preservación patrimonial de las escuelas. Es que la destrucción de los edificios escolares es una muestra más del poco interés de algunos respecto a lo relacionado con la educación en el país.

Cuando Mercurio, el dios protector de los comerciantes prospera a expensas de Minerva, diosa de la sabiduría, la cultura se somete a la sombra de los intereses del lucro con un saldo deficitario y perjudicial para el progreso.