Estuvo en la provincia el politólogo-encuestador Eduardo D"Alessio, de la firma D"Alessio Irol & Berenstein. Huésped de una de las grandes empresas que operan en San Juan, D"Alessio disertó en una cena compartiendo anécdotas de la realidad política y empresaria de nuestro país, algunas realmente asombrosas. Mencionó que en diálogo con Marcos Peña, que es lo mismo que hablar con Macri (este comentario es de éste periodista y no de D"Alessio), el jefe de Gabinete de Ministros le dijo que al comienzo del mandato decidieron no revelar la mala situación en que dejó el país la administración anterior para evitar el espanto de eventuales inversores. No tenemos por qué dudar de tal afirmación corroborada además por los hechos, así que nos queda comentar la profunda ingenuidad y torpeza de la conducción política de Cambiemos. Los inversores no vienen o se van por quien esté gobernando, puede haber alguna influencia pero no es decisiva. Los inversores vienen o se van una vez que analizan, primero que nada, los llamados "fundamentos" de una economía. Respecto de cuáles son estos fundamentos (fundamentals en inglés) no hay duda, están expuestos en todos los documentos de las calificadoras de riesgo crediticio. Es posible que pudiera haber una pequeña desviación de nota por simpatía, pero jamás será del tamaño para ocultar una mala condición general. Las calificadoras aconsejan indirectamente mediante esa nota a inversores institucionales, hay mucho dinero en juego. El relato de D"Alessio es coherente con la creencia del macrismo de que las inversiones llegarían por la sola exhibición del nombre del nuevo gobernante. El error de cálculo no es poca cosa porque la expectativa de la gestión fue hacer crecer la economía por vía de esas inversiones y no por el consumo, que fue el leit motiv de Cristina y es lo que promete Alberto Fernández. Las componentes básicas del PBI son: Consumo, Ahorro, Inversión, Gasto Público y Exportaciones. La sumatoria de esos resultados da una cifra final que es la de crecimiento o caída del PBI durante un trimestre o un año. El plan no era malo, es más, en el largo plazo es mucho más consistente o como diríamos hoy, sustentable. Inversiones y exportaciones son dos factores que se relacionan con el mundo y en consecuencia las expectativas de crecimiento serán siempre mucho más altas frente al desarrollo de un mercado interno para apenas 45 millones de habitantes. Sin embargo, un mercado interno vigoroso deja más conforme a la gente a corto plazo, a los compradores de artículos que perciben mayor bienestar y a las fábricas y productores nacionales que dan trabajo. Encontrar el equilibrio entre lo externo e interno no es fácil, más en un país con déficit fiscal crónico y alta inflación también crónica. Ante la falta de volumen de inversión como factor decisivo para el crecimiento, el gobierno entró en desesperación y en la búsqueda de seducir a esos capitales que nunca llegaban, se enfrascó en un ajuste monetario que terminó destruyendo también el consumo del mercado interno. La frenada se produjo con el precipicio a la vista y hubo necesidad de volver a volantear, ya habían pasado las primarias y se pudo ver la oscuridad del abismo de una posible derrota. Los últimos intentos de reactivar el consumo no forman parte de un plan sino de meros remedios electorales. Ojo, esto no quiere decir que no vayan a dar resultado. Ya puestos en campaña y a pocas semanas de las elecciones generales, es lógico que resulte más atractivo el discurso de Alberto Fernández, que no hace más que reflejar el fuerte malestar general por la caída de las ventas. Tal vez sea por eso que la propaganda oficial se ocupa de otros temas como las obras de infraestructura, la lucha contra el narcotráfico y las mafias de distinto tipo. Es como el técnico de un equipo que pretende ganar un partido. Antes, es preciso conocer las condiciones del campo, del tiempo, las virtudes de los contrincantes, el estado atlético propio y...tener suerte. Vistos los resultados del gobierno hasta ahora, el mayor error parece haber sido el manejo de los tiempos causa principal del fracaso de la táctica. Alberto está exponiendo un juego centrado en el mercado interno, que es el mismo que jugó Cristina en sus dos mandatos. Recordemos que Néstor había apostado a las exportaciones con una feroz devaluación. Un peligro posible para Alberto es la elección de algunos jugadores, habrá que ver si suma o resta la foto con Máximo, Yasky, Hugo y Pablo Moyano. Es incoherente que en una misma central sindical convivan gremios de estatales con el sector privado. Unos viven de los impuestos que se les cobra a los otros. Una ecuación sin resolver es cómo se espera reactivar el mercado interno sin emitir moneda falsa y sin crédito. "Si decíamos lo que íbamos a hacer no nos votaba nadie", supo narrar un expresidente que llegó a gobernar más de 10 años. Bajar la tasa de interés, promover la producción, bajar la inflación, disminuir la pobreza, aumentar el empleo... uno entiende que son aspiraciones de cualquier candidato de buena fe. El problema es cómo lograrlo sin plata propia, sin crédito y con malos antecedentes. El único factor con que contará a favor el nuevo gobierno es, justamente, el natural poder político que acompañe al recién electo. Gane quien ganare, ya no hará falta echar culpas a nadie, ya se la echó a sí mismo el Gabinete saliente redactando la Ley de Presupuesto.