Entre tantos y tantos hombres que sirvieron al Libertador Don José de San Martín, existe uno que siempre acaparó mi atención, tanto por su patriotismo, audacia y su increíble memoria visual. Se trata del militar de origen tucumano José Antonio Álvarez Condarco, un soldado de la independencia colmado de atributos y brillante desempeño. 
Tenía casi la misma edad que San Martín -había nacido en 1780- y según algunas descripciones era de mediana estatura, cabello negro y su rostro denotaba una nariz afilada. Su carrera castrense se inició como capitán en la ciudad de Córdoba. En esa provincia organizó las primeras compañías de reclutas, que fueron el sustento para las tropas que luego irían a Chile. A posterior se radicó en Mendoza, cuando el Libertador asumió el cargo de Gobernador Intendente de Cuyo. 


El General advirtió las cualidades de este hombre y le encargó la importante labor de dirigir la fábrica de pólvora, pues tenía acabado conocimientos en este rubro. Con las mismas funciones, pasó a Chile, siendo objeto de ponderaciones por su encomiable labor en una fábrica de fusiles. Nuevamente lo tenemos en nuestra tierra, presto a participar de lleno en la gran causa. 


Dice el investigador José Pacifico Otero que "San Martín tuvo por este oficial tan benemérito del Ejercito de los Andes la más alta estima y fue, por decirlo así, persona de su confianza...". Su más recordada misión, dada por el mismo San Martín, fue su ida a Chile, en 1816, con el encargo fingido de llevarle al jefe español Marco del Pont, una serie de documentos, que incluía la declaración de nuestra independencia. Pero el motivo real es que retuviera en su prodigiosa memoria todos los accidentes geográficos de la mole andina, detalladamente, con todos los pormenores, pero sin escribirlo ni dibujarlo en ningún papel. Todo lo retendría su vista, sus neuronas, sin "ningún ayuda memoria". 

"San Martín tuvo por este oficial tan benemérito del Ejercito de los Andes la más alta estima y fue, por decirlo así, persona de su confianza...".  


Y ahí va a Santiago, por el paso de los Patos. El jefe realista, según lo relata el mismo viajero, al comenzar la reunión, mantuvo sus buenos modales, pero luego dejó de lado el protocolo y por poco lo hace fusilar. 


Regresó por Uspallata y continuó "fotografiando" todo detalle sobre el terreno. San Martín lo recibió, y gracias a los detalles cartográficos que memorizó, el cruce fue posible. La vida de Álvarez Condarco continuó al servicio de la patria hasta sus últimos días, incluso viajó a Inglaterra, por encargo del mismo Libertador, con el propósito de adquirir una embarcación, llamada "Cumberland", que llegó al puerto de Valparaíso en 1818. Nuestro héroe de la emancipación, que llevó una existencia un tanto nómade, luego de la campaña libertadora se radicó en Mendoza y hacia 1839 viajo nuevamente a Chile, requerido para desempeñarse en un trabajo de su especialidad. En el vecino país falleció en 1855.