Con una voz bien timbrada y dulce José Luís Dávila grabó
en 1962 en el importante sello nacional Odeón cautivando al
público cuyano.


Comienzos de la década del 60. Albores de un nuevo momento de la música folklórica, transcurridos varios años de la preferencia por la música cuyana, con nuestro Carlos Montbrum Ocampo, con Buenaventura Luna y la Tropilla de Huachi Pampa, Hilario Cuadros y sus Trovadores de Cuyo y otros. 


El Norte picó en punta de modo arrasador. Fueron "Los Fronterizos", en su composición de Madeo, Gerardo López, Isella y Moreno, quienes cautivaron a la juventud argentina de entonces. Los Chalchaleros los habían precedido, pero su consolidación ocurrió varios años después. Era también el momento de Los Cantores del Alba, Las Voces del Huayra y Los Cinco del Norte. El rock nacional aún no se perfilaba; se asomó en 1965 y 1967. 


Con la impronta de la música cuyana, salieron a disputar la posta con gran repercusión Los Cantores de Quilla Huasi, forjados a la luz de Don Buena, con integrantes de diversas regiones, pero inclinadamente cuyanos bajo la prédica e influencia de Carlos Vega Pereda, su primera voz, un salteño que amó nuestra música. Similar aporte hicieron Los Andariegos, nacidos en San Rafael, Mendoza. 


Con una zamba muy original que acunó en la primera mitad del '60, que tituló Mama no Llorij', un joven sanjuanino salió a la palestra con lo que resultó un gran éxito junto a su Zamba de la Poda y otras creaciones, piezas originales con sello de esta tierra. José Luís Dávila -a él me refiero- grabó en el año 1962 en el importante sello nacional Odeón. Fue un fenómeno del momento; una voz bien timbrada y dulce, guitarras notoriamente cuyanas y la originalidad de su producción cautivaron especialmente al público de Cuyo.


José Luís fue un hombre afable, luchador que amó el arte regional, un precursor de un singular modo expresivo de la zamba. Dejó una familia dedicada dignamente al arte y la marca triunfal de su paso brillante por la vida de la música.


Los sanjuaninos le debemos -cuanto menos- el reconocimiento del recuerdo. Sería excelente que la discografía que disfrutan y atesoran muchos de nuestros medios de difusión volviera a poner en el aire y el alma de los sanjuaninos sus hermosas grabaciones. Hay que hacer justicia con lo virtuoso, sobre todo si es a partir de un tributo a los nuestros, artistas que esta castigada tierra de grandes héroes y próceres pudo parir a pesar de los traspiés y las emboscadas de la naturaleza. Traer también a la memoria, por ejemplo, esa generación triunfante en el tango, de nombres y extraordinaria trayectoria, como Jorge Durán y Alberto Podestá, dos sanjuaninos que integran el grupo de los mejores cantores de todos los tiempos del género que triunfó en el mundo. Es otra de las manifiestas deudas pendientes.

Por Dr. Raúl de La Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete