La relación conyugal del matrimonio que reinó en España entre 1975 y 2014, llevaba casi 30 años de crisis al producirse la renuncia al trono del rey hace 3 años. Esta situación se manifestaba en el interior del palacio de la Zarzuela (sede la Jefatura del Estado y de la familia real española), donde no comían juntos ni se dirigían la palabra, pero no sucedía lo mismo en actos públicos o salidas por agenda, ya que, decía la reina, había que "preservar la monarquía por encima de todo". Sofía mandó en la residencia oficial como pocas reinas consortes antes. Su espíritu griego está impregnado también de sangres alemana, rusa e inglesa que corren por sus venas. Y a su imagen y semejanza crió y educó a su único hijo varón, actual rey de España como Felipe VI. De todas maneras, las crisis en los matrimonios reales no son nuevas. El último rey de España antes de Juan Carlos, Alfonso XIII, que debió dejar el trono en 1931 por el fugaz paso de la república, ya no vivía junto a su esposa la reina Victoria Eugenia, en el momento de caer.

Pero volviendo a la vida de Juan Carlos I, hoy rey emérito de España, y de su esposa, Sofía, nacida princesa griega, no fue una historia de amor, según los especialistas en matrimonios reales europeos con los que hablé mientras estuve acreditado en la Casa Real. Seguro hubo alguna química en sus años de noviazgo y sus primeros de matrimonio, pero nada más. Hasta los años 60, los monarcas reinantes buscaban contra viento y marea que sus hijos e hijas, príncipes y princesas, se casaran con princesas o príncipes del Viejo Continente. Así, la última gran reunión real para provocar futuras uniones matrimoniales se produjo a mediados de los años 50 a bordo del Agamenón, un crucero que preparó la exreina Federica de Grecia, madre de Sofía. En esta embarcación y navegando sobre el Mediterráneo se conocieron Juan Carlos y Sofía. Contrajeron matrimonio el 14 de mayo de 1962 y poco tiempo después, invitados por el dictador Francisco Franco, se quedaron a vivir en España definitivamente. Allí nacieron las infantas Elena y Cristina y el príncipe Felipe, hoy rey de España, en ese orden. Sencilla, pero de fuerte carácter, Sofía de Grecia se convirtió al catolicismo pocos días después de la boda y nunca quiso tener corte en España. Y sólo una vez en casi 40 años de reinado recibió a la nobleza local. Fue en 1991, cuando los "Grandes de España" saludaron en conjunto por primera vez a la pareja real.


Sofía no le perdona a su esposo las infidelidades a lo largo de estos años. Sobre todo aquella relación con una mallorquina, cuya foto llegó a ser tapa de la revista española "Época", a principios de los "90. Este periodista cubrió dos años en Palma de Mallorca, entre otras actividades, el veraneo de la familia real española y pudo comprobar situaciones embarazosas para la custodia de Juan Carlos, cuando el soberano "desaparecía" en moto para verse con Marta Gayá, una muy discreta millonaria, separada y sin hijos, calificada como "la amiga del Rey".


Hoy el exrey, que vive en soledad aunque sale a comer con frecuencia con amigos, sufre depresiones, mientras su esposa, la exreina, trata de habituarse a su nuevo cometido, realizando viajes, con su hermana la princesa Irene de Grecia y algunas amigas. Se sabe con certeza que su hijo, el rey Felipe, llama a su madre con frecuencia para consultarla, más que a su padre.

--FOTO--

A tres años de la abdicación, Juan Carlos y Sofía no se divorcian pero tampoco se ven.