La esperada beatificación del Papa Juan Pablo II, reclamada desde distintos ámbitos de la feligresía católica, fue decretada ayer por su sucesor, Benedicto XVI, para ser elevado a la gloria de los altares el próximo 1 de mayo, festividad de la Divina Misericordia, instituida por el extinto pontífice.

El milagro que eleva a Wojtyla a los altares, es la curación inexplicable para la ciencia de la monja francesa Marie Simon

Pierre, de 51 años, que padecía desde 2001 el mal de Parkinson, la misma enfermedad que tuvo el primer papa polaco de la historia. Varios meses después de la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005, la monja, que le rezaba continuamente, se curó de la enfermedad de una manera inexplicable para la ciencia médica. Y aunque hay catalogados 251 supuestos milagros por su intercesión, el postulador de la causa, el presbítero Slawomir Oder -también polaco-, eligió la curación de la monja francesa como el hecho más documentado e irrefutable.

Esta beatificación también tiene carácter de atípica, ya que la causa se abrió por deseo de Benedicto XVI, sin esperar a que transcurrieran cinco años de la muerte del postulado, como establece el Código de Derecho Canónico y como ocurrió con la Madre Teresa de Calcuta, la que fue beatificada seis años y dos meses después de su muerte.

El anuncio difundido ayer por la Santa Sede ha repercutido de inmediato, y con gran alegría en el mundo católico y en la opinión pública en general, al recordarse el grito de decenas de miles de personas coreando "santo súbito'' (santo ya) el 8 de abril de 2005 durante las exequias de Juan Pablo II en el Vaticano.