No se puede sostener que la educación es el primer derecho esencial del ser humano sin admitir primero que sin trabajo no hay posibilidad de vida. Todos los sectores del mundo se desvelan por concretar un trabajo. Este tema ha llegado a cuestionar el orden y la prioridad de los valores de una sociedad. Por su parte cuando se judicializa el tema de la educación a causa de los gremios, se sostiene el argumento más fino y más concluyente para obligar al sector educativo.

Los jueces esgrimen el argumento de que la educación es un derecho esencial para los niños y que por lo tanto estos no pueden ser privados de ella, pues una cuestión salarial por parte de los docentes no es una firme prueba para sostener mediadas de fuerza. Esto y otros más son razonamientos que se instalan en el ámbito de la Justicia, en distintas partes del mundo al momento de definir el salario de los docentes. Es que en realidad se contraponen valores fundamentales que en orden de prioridad tienen por resultado: Primero el Derecho a la Vida la cual se sostiene con el trabajo traducido en salario y, segundo el Derecho a la Educación, la que garantiza la formación de la persona humana.

En todas las sociedades el trabajo moviliza al mundo y los tres poderes del Estado no solo garantizan su propia permanencia sino que definen la permanencia de todos los sectores del trabajo pues de una u otra forma, tarde o tempano, las cuestiones laborales son el eje transversal en sus tratamientos. Hablamos de educación y cultura, cuando la vida se puede sostener y no corre riesgos. Explicamos esto nada más y nada menos que con la obtención del trabajo. Es vital la concreción de un trabajo y su correspondiente remuneración la que en todas sus partes debe ser equitativa al esfuerzo producido.

La educación no se negocia y si llegado el caso en términos de negociación por un salario ésta se ve afectada, lo que primero se afecta no es la educación, sino la vida misma pues ella se sostiene con el trabajo, el salario, el sustento, en definitiva, con el sueldo. El planteo por la educación como derecho esencial, deviene en abstracto si se ubica en el primer lugar pues las consideraciones acerca del valor de la educación son posteriores a sostener la vida por el trabajo.

Este argumento resiste cualquier intento de tentar a la justicia para inducir una causa. Todos sabemos que sin trabajo no hay educación. Por lo tanto cuando se habla de educación, no hay que confundir, la educación familiar con la educación del sistema educativo formal de enseñanza. El tema de referencia es la educación escolarizada, sistema que se sostiene por la inclusión de maestros y profesores hoy denominados "’trabajadores de la educación”. Si el tema es tan importante y trascendente para Estado Nacional, entonces debería profesionalizar la educación a cargo de profesionales exclusivamente con título docente egresados de los profesorados, pues otras profesiones o tecnicaturas no pueden tener el mismo calificativo y puntaje ya que deberían trabajar no en el campo específico de la educación formal articulada sino en su propia profesión independiente. Quien es profesor se dedica con exclusividad a su profesión, otros profesionales deberían dedicarse a lo suyo y no crear un conflicto de competencia de títulos, donde todos terminan por ser "docentes”. La situación en los gremios es que se defiende al afiliado y entre ellos no todos son profesionales de la educación con título docente.