Si las urnas confirman lo que dicen las encuestas hoy, el jefe comunal caucetero se encamina a obtener más votos que cualquiera de sus rivales de la carrera por el sillón de la intendencia. El problema le surgirá si los peronistas Romina Rosas, Emilio Mendoza y Sonia Recabarren logran encausar sus votos en el candidato que gane las PASO, sea quien sea. Es decir, la continuidad o no del actual jefe comunal después de las elecciones de este año depende del orden que el peronismo pueda establecer en un distrito históricamente esquivo a mantener la paz. Hoy Gil ostenta un 35 o 40 por ciento de intención de voto, pero los tres candidatos del oficialismo juntos rozan los 50 puntos, según confió una alta fuente del partido justicialista y coincidió alguien de la oposición. El intendente no crecerá mucho más de eso, por el tiempo que le queda a la campaña y porque además tiene una imagen negativa bastante alta. Hay que anotar a Caucete como otro de los departamentos en los que puede haber sorpresa.


Es extraño que el jefe comunal tenga semejante aceptación popular, luego de los imborrables traspiés sufridos en tres años de gestión. El primero y más notorio es el de la incorporación de familiares al municipio, algo que aún continúa. Con Julián trabajan su sobrina Sofia Vera (Tesorera), su esposa Carina Solar (Secretaria de Acción Social), su hijo Gabriel (Subjefe de Compras), su hija Gimena quien se desempeña como asesora, aunque actualmente toma decisiones del ejecutivo porque el intendente y su esposa (mamá y papá) están de vacaciones. También Gil tiene contratada a su hermana Delfina (Asesora Letrada), a su otra hermana Elena (Asesora del diputado Jorge Frías, pero trabaja en secretaría privada del intendente); también cobra por el municipio de Caucete Marcial, un hermano del jefe comunal quien ocupa el puesto de Jefe de Compras; además un hombre de apellido Farías que es pareja de su hermana Delfina y tiene a su cargo el Matadero; Paola Cepeda, presidente del Concejo Deliberante, quien es pareja de Marcial Gil, es decir, cuñado del jefe comunal. Y como si todo eso fuese poco también trabajan un yerno de Julián y la hermana del yerno del intendente en la Dirección de Compras del municipio. Entre diez y once sueldos que, según especulan en el departamento, implican entre 450 a 500 mil pesos mensuales. Nada mal.


Pero el problema no es solamente que Julián no puede dejar de ayudar a su familia. Lo cuestionaron seriamente por escandalosas contrataciones e incluso alguna de ellas terminó en la Justicia. Se peleó con el basualdismo y con el PRO. Los concejales le reclaman pedidos de informe que no responde: le preguntaron sobre $1,5 millones que le entregó el Gobierno provincial para nivelar un terreno, pero jamás contestó. Es más, la Provincia no le terminó de dar los tres millones de pesos prometidos porque nunca rindió la primera mitad que sí le entregaron. Los concejales insistieron dos veces en saber por qué falta dinero de la Tesorería, una de esas veces alrededor de $200.000, entre otros reclamos nunca respondidos. Todos los actores políticos se preguntan sobre el crecimiento patrimonial de un empresario de apellido Olivares y más de uno sospecha que las contrataciones están dirigidas hacia sus múltiples funciones, pero nadie puede sacarse las dudas porque el intendente no responde. 


Julián Gil intentó acercarse al peronismo pero la postulación de su esposa le impidió llegar a un acuerdo. Cuestionó muy fuerte las roturas de las cloacas en su departamento, pero tiene trabajando a su alrededor a varios de los responsables de esa defectuosa construcción. En resumen, debe haber sido el intendente con mayor cantidad de escándalos de los últimos tiempos y a pesar de ello aún tiene cierta aceptación popular.


Por supuesto del lado del peronismo también hay inconvenientes. Romina Rosas pica en punta en la preferencia departamental, pero no tiene la suficiente fuerza aún como para encarar una renovación por sí sola. La edil ha cuestionado al jefe comunal tanto en los medios como en el Concejo,  lo que provocó que Gil mandara a sus amigos a ensuciar la imagen de la funcionaria, o a intentar hacerlo al menos. Después está el histórico Emilio Mendoza, quien tiene más oficio que energías para bancarse el trajín de una campaña. La gente lo conoce mucho aunque también deberá pelear contra una alta imagen negativa, lo que a este tiempo tan cercano a las elecciones parece una tarea casi imposible. Y cierra el lote Sonia Recabarren, la titular del Hogar de Ancianos. Se puede decir que Recabarren se ganó la posibilidad de postularse gracias a la insistencia. Probablemente no tenga chances, aunque como ya se dijo más arriba, nada está asegurado en el pueblo del Este. El problema del peronismo es que necesita de la unidad que no tiene. Hay actores que no suman, como Juan Elizondo, por ejemplo, quien ya parece un aliado más del jefe comunal en lugar de tomar el rol opositor por el que fue votado.


Los tres tienen perfiles distintos y deberían entender que la posibilidad de recuperar el departamento está en ellos, no en Uñac ni en el gobierno provincial. El gobernador tiene un 72 por ciento de intención de voto en ese departamento, que es bastante más de lo que reúnen los tres precandidatos juntos. Enfrente tienen un rival fácil de roer y han logrado el apoyo del partido Justicialista, con lo que eso implica. Si no saben leer el futuro es posible que terminen convirtiendo al PJ de su departamento en algo similar al de Santa Lucía, donde las divisiones acabaron por regalarle a la oposición la conducción institucional. Como ocurre en el fútbol y si se confirman las encuestas, Julián ya no depende de sí mismo, todo está en manos de sus adversarios.