28-7-12

La sociedad se ha visto sorprendida, con preocupación, por hechos delictivos perpetrados por ex convictos o detenidos con libertad condicional, que para ciertos magistrados podían reinsertarse en el medio e iniciar una vida digna. Sin embargo los casos de reincidencia delictiva nutren la crónica diaria de la inseguridad que azota al país. La lógica de la realidad parece disociada del sentido común que debe tener la administración de Justicia, más allá de los fallos sustentados en los principios ideológicos que confunden permisibilidad con garantismo progresista.

Uno de los últimos ataques aberrantes ocurrió esta semana en la ciudad de Corrientes, donde una nena de 9 años fue raptada y violada a la salida de una escuela en el barrio Anahí. Por el hecho fue detenido un sujeto que el 4 de julio último recuperó su libertad, tras cumplir una condena de 12 años por delitos sexuales, y a pesar de que meses atrás, desde el Juzgado de Ejecución de Condena, se le había denegado un pedido de libertad condicional porque aún se lo consideraba peligroso.

No obstante, para el magistrado estos antecedentes y las recomendaciones de la fiscalía no sopesaron para meditar sobre su decisión frente a un riesgo potencial que veinte días después se hizo efectivo con el brutal sometimiento sexual a la pequeña alumna, que debió ser intervenida de urgencia con cirugía reparadora de su zona vaginal por la saña con que actuó el violador.

Seguramente el juez se respaldará en normas procesales y jurisprudencia que lo liberará de objeciones por su cuestionado desempeño, igual que otros magistrados anulan actuaciones y liberan a delincuentes confesos, porque hubo errores en la actuación tribunalicia, donde la lógica sigue ausente.