Cuánto podríamos decir de los malos tiempos donde nada anduvo bien y cuánto de los tiempos de dictadura, para colmo, con distintas facciones cívico-militares. Llorar sobre la leche derramada es parecido a "aserrar sobre el aserrín'' y los argentinos también nos hemos enfrentado por las opiniones libres porque en ese marco jamás hemos aceptado la opinión del otro. Hemos hecho del diálogo la discusión torpe constante y permanente y al final de los hechos terminamos aceptando la imposición porque del diálogo culminamos enfrentados con posturas irreconciliables.

El llamado a la unidad nacional es fundamental en esta instancia, lograrlo es el imperativo de la hora. La convocatoria es el primer paso y está bien que se haga desde el gobierno y desde el poder, pero es indispensable crear espacios de discusión y coincidencia porque los argentinos hoy estamos sostenidos de los fundillos del viejo modelo que tiene 158 años. Los argentinos hoy no tenemos Modelo. Necesitamos construir un Modelo Argentino pero éste precisa de la naturaleza de la democracia a la cual aspiramos y que debe manifestarse desde todos los ámbitos de la vida nacional. Definida la misma necesitamos construir el camino idóneo para gobernar con planificación más allá, incluso, del gobernante de turno. Los tiempos de paz son importantes para cimentar el trabajo fecundo en el marco de una generosa propuesta al país para una reforma de la Constitución Nacional, recogiendo por un lado las opiniones del país y por el otro identificando las solicitaciones del modelo argentino. Sabido es que el ciudadano en su condición de tal se expresa a través de los partidos políticos. Es innegable la eficiente funcionalidad de este magno recinto que ha elaborado historia. Pero los nuevos tiempos son demostrativos de que el hombre también se expresa a través de su condición de trabajador, intelectual, empresario, militar, religioso, deportista etc. En esta consideración se abre una posibilidad auspiciosa para enriquecer la propuesta creando otro ámbito para la participación. Ese sería el Consejo para el Proyecto Nacional que debe crearse previamente para sofocar la tarea sólo hacia esa gran obra, con la pretensión justa en la que todo el país pueda empeñarse. De esta manera, ningún partícipe del Consejo será emisario de algún poder o autoridad que no sea el grupo social al que represente. Debe quedar claro en este paso trascendente, que toda expresión del pensamiento, proviniere de donde proviniere, no puede ser otra que su versión del proyecto nacional.

En todos los congresos culturales y políticos que se han realizado en los últimos años, hay total coincidencia de la necesidad de un modelo alternativo que supere el viejo modelo neocolonial, comenzado después de Caseros y consolidado en el "80, y ello urge porque a la par, hay un mundo que está cambiando vertiginosamente. Por ello, es de primordial importancia que el Modelo Argentino sea el resultado de lo que los intelectuales conciban y formulen dándole forma al proceso que elabore la idea desde abajo hacia arriba. Para que no se diga que es la sustanciación de minorías sino una sistematización vivencial del pueblo. De esta manera, será estructurado a la luz de un nuevo concepto de cultura por la propia realidad que le alienta. El "cuando'' es permanente en tanto existan "quiénes'' tengan la visión histórica e interés por hacerlo. La gran mayoría podremos sugerir el "qué'', analizando realmente si queremos para nuestros hijos un nuevo modelo de vida y de gobierno en el marco esencial de la democracia.