Habiendo renunciado en mayo de 1814 al Ejército del Norte por motivos de salud, San Martín estuvo algunos meses de reposo en una estancia en las afueras de la ciudad de Córdoba. En ese lugar existía una capilla privada que tenía como patrona a Nuestra Señora del Monte Carmelo o del Carmen, que San Martín pudo frecuentar.

Notable influjo tuvo Belgrano sobre la adopción de prácticas de piedad que San Martín incorporó al Ejército de los Andes, como el rezo del Santo Rosario que cada soldado llevaba y cuyo rezo se hacía diariamente en el ejército andino. Ya en el Regimiento de Granaderos a Caballo se habían incorporado las prácticas piadosas.

Esta costumbre la adquirió San Martín durante su formación militar en España pues siendo cadete del Regimiento de Murcia estudió la Instrucción Militar Cristiana.

Por eso propone que el ejército que cruzará los Andes tenga una Patrona a quien confiarse. Fue Nuestra Señora del Carmen, la elegida por San Martín con su Estado Mayor.

Su imagen se veneraba en la Iglesia del Convento de San Francisco. Para ello se organizó el 5 de enero de 1817 un gran acto religioso patriótico de consagración del Ejército de los Andes a su Patrona. Se procedió además a la bendición y jura de la Bandera de los Andes que como regalo de reyes había pedido San Martín la confección a su esposa y otras damas mendocinas.

Ese día 5, "se había erigido un suntuoso altar inmediante (sic) a la puerta lateral de la iglesia matriz", relata Damián Hudson quien calculaba en 16.000 mendocinos los asistentes. A las 5 de la mañana el Ejército de los Andes abandonaba El Plumerillo, al mando de Soler y el Estado Mayor, ataviados con sus mejores galas.

En el Convento de San Francisco recibió la columna orden de hacer alto "para esperar que saliera del templo Nuestra Señora del Carmen, Patrona electa". Allí se formó la procesión. La imagen encabezaba la misma y fue llevada a la iglesia matriz e introducida en ella donde se celebró misa solemne. Antes de la misma el Gral. San Martín en el altar, levantó la bandera que fue bendecida por el celebrante.

Relata el General Espejo que "... al asomar la bandera y la Virgen los cuerpos presentaron armas y batieron marcha". Fue ahí cuando el General San Martín al subir la imagen: "Le puso su bastón (de mando) en la mano derecha (declarándola así) en la advocación que representaba Patrona (y Generala) del Ejército de los Andes".

Y la Madre del Carmelo cumplió con su ejército que se batió victorioso en Chacabuco y Maipú. Y su protección fue reconocida por los libertadores de Chile. Bernardo O'Higgins como director Supremo del país trasandino decretaba el 7 de mayo de 1818: "La Inmaculada Reina de los Ángeles, en su advocación de Nuestra Señora del Carmen, fue jurada Patrona de la Armas de Chile... por haber experimentado su protección en el restablecimiento del Estado... mediante el esfuerzo del ejército Restaurador de los Andes...".